Las mujeres desde pequeñas crecemos con la idea de que el “rosa” es nuestro color, el juguete preferido por nosotras las nenas es: la muñeca, saber cocinar y hacer el aseo de casa es parte de nuestras competencias por haber nacido mujer y que cada año en el cumpleaños el regalo preferido sea la Barbie embarazada o la casa de la Barbie, ¿a poco no?
Y la verdad en mis tiempos nadie se ponía a pensar o se preguntaba si eso estaba mal, porque si mi mamá fue educada así, y la mamá de mi mamá también, pues a toda la familia le hacía sentido que eso era lo más “normal” y pobre de mí sí me salía del molde, porque sería una vergüenza permitirme ser diferente.
El rol social que asumimos durante la vida nos va programando para ser delicadas, bien portadas, dulces, educadas, amorosas, románticas, ya que por esta misma naturaleza femenina eso es lo que se espera de nosotras y por esta CONDICIÓN de mujer el anhelo social “generalizado” es el deseo natural por ser madres, esposas, mujeres de la casa.
Pero… llegó la evolución y ahora los tiempos han cambiado, las mujeres hemos tratado de avanzar sobre la igualdad, “ojo” no se debe de tomar desde una perspectiva física ni biológica, pues evidentemente somos diferentes, el cambio está en los roles, estereotipos y figuras dónde la mujer rompe con la sumisión patriarcal, lucha por sus derechos y la libertad.
Históricamente las mujeres hemos sufrido una serie de prohibiciones que inician por no poder expresar lo que pensamos, sentimos y vivimos, es por ello que enlisto lo que ya no queremos, lo que nos está ahogando, lo que no nos deja vivir en plenitud y que hoy ya no estamos dispuestas a ceder, porque si alguien tiene que hacerlo, no seremos las mujeres.
No quiero tu amor controlador
No quiero aparentar estar bien todo el tiempo
No quiero que me llamen hormonal
No quiero quedarme en casa cuidando hijos
No quiero agachar la cabeza
No quiero casarme ni que me preguntes para cuando
No quiero ponerme falda o verme más arreglada
No quiero tener hijos
No quiero callarme
No quiero estar delgada para gustarte
No quiero que me griten
No quiero tener novio
No quiero que me traten mal
No quiero correr peligro cuando salgo a la calle
No quiero maquillarme para verme más bonita
No quiero depender de una pareja
No quiero que me llamen débil
No quiero ser dulce
No quiero ser heterosexual
No quiero ser ignorada
No quiero ser romántica
No quiero ser invisible
No quiero ser la cocinera
No quiero ser la sirvienta
No quiero ser la nana, el chofer o la que lava
No quiero ser la histérica
No quiero ser discriminada
No quiero ser violada
No quiero ser golpeada
No quiero ser una princesa
No quiero ser marginada
No quiero, no queremos más represión, cambiemos la estrategia por una vida libre de violencia contra las mujeres.
Por. Belén Ortiz