Irapuato, Guanajuato (Por Chavalón).- Se cerró el cementerio desde el pasado sábado y abrió sus puertas esta semana a temprana hora. Fueron llegando pocas personas a visitar las tumbas donde sepultaron al ser amado; pasado “El Día del Padre.
Era la visita esperada y en el silenció de ese lugar del descanso eterno, el viento esparcía las notas musicales interpretadas por un mariachi.
La música del mariachi se dejó escuchar al pie de una tumba donde los familiares lloraban recordando al ser amado, cantándole las canciones que en vida eran de su agrado.
Por la soledad del lugar, el “Panteón de Los Olivos”, envuelta la música con ligero viento, se vio roto el silencio, destacando en el verdor del lugar las flores de diferente variedad colocadas en
las tumbas entre las cuáles algunas se veían en el olvido.
Cada leyenda aparece en el mármol grabado que identifica la tumba donde fue sepultado el padre, la madre, el amigo, primo o hermano, pero es lamentable ver la tumba olvidada, donde falta una flor o el arreglo de ese espacio eterno donde se encuentran quienes se adelantaron.
En el transcurrir del día fueron llegando más personas. Para llorar al pie de la tumba donde recordaron al Papá, a hombre, el amigo que nunca se olvida. No falto la plática, el rezo o pedir el consejo, aunque ya su cuerpo no existe, pero queda el recuerdo del ser amado. Cuando se vive no se les quiere y cuando se mueren se les adora. Así se vivió las primeras horas del día en el Panteón.