Pueblo Nuevo, Guanajuato.- María Socorro Aguilera Sánchez de 90 años de edad con su tienda de abarrotes desde 1939 se suma a los lugares con más tradición de Pueblo Nuevo.
El padre de la señora María Socorro emprendió con la tienda, en la cual inicialmente vendía sal, huevo, azúcar, chiles para guisar y tomate verde.
Algo que la señora Socorro recuerda con mucho cariño es una de las travesuras que le hacía a su padre; “Cuando yo estaba pequeña como de 11 años era la consentida de mi papá, él se sentaba en una silla y yo me le sentaba en sus piernas y hacia que mi papá se creyera que tenía sueño y que yo estaba dormida solo para hacerlo desatinar, se paraba me llevaba a la cama y cuando me dejaba yo soltaba la carcajada”, dijo entre risas.
La señora Socorro se casó y se fue con su esposo a Chicago, ahí tuvo a su primer y único hijo, Candelario, lamentablemente su esposo falleció de un coma diabético ya que él no sabía que padecía de esa enfermedad y en un coraje desato el fatídico deceso, en ese momento Socorro regresó con sus padres a Pueblo Nuevo.
“Mi papá se enfermó y yo me hice a cargo de la tienda a partir de 1983 y ahora mi hijo me apoya, yo me levanto y abro la tienda, me voy a desayunar y después mi hijo se queda todo el resto del día al pendiente hasta el final que regreso a cerrar”, externó.
Por otro lado, su hijo llamado Candelario Gallardo Aguilera, mencionó “Para mí es un orgullo el poder ayudar a mi mamá pues ella desde muy niña siempre le ayudo a mi abuelita con el que hacer de la casa, ella a sus escasos 5 años ya ayudaba a lavar trastes, barrer, darle de comer a los pájaros, cuando ella estaba más grande cuidaba hasta sus hermanos”, dijo.
En ese tiempo, Pueblo Nuevo estaba muy incomunicado y tenía poco transporte para salir del municipio según Candelario, cuestión que no fue impedimento para surtir la tienda en Irapuato.
La señora Socorro, estudio corte y confección en su juventud y ella hacia ropa, había mucha gente que le mandaba a hacer vestidos, pantalones, camisas y blusas de todo tipo, pues era muy cuidadosa y todo el pueblo le reconocía su labor.