
Por Jazmín Padilla.
Desde el año 2009, la ONU designó el 22 de abril como el “Día Internacional de la Madre Tierra” a fin de concientizar a la sociedad sobre la severa crisis ambiental y sensibilizar la necesidad de vivir bajo un sistema sustentable.
Las acciones en el marco de esta conmemoración se incluyen en programas educativos, recomendaciones emitidas a la sociedad para implementar en sus hogares, lugares de esparcimiento y establecimientos de trabajo. A pesar de los esfuerzos de las organizaciones y grupos ambientales por implementar una cultura de educación ambiental, parece ser insuficiente para nuestro planeta; ya que mientras se comprometa un estilo de vida cómodo, resulta más utópico un modelo de vida sustentable.
Los cambios provocados por el hombre en la naturaleza, así como los crímenes que perturban la biodiversidad, como la deforestación, el cambio de uso del suelo, la sobreexplotación de recursos naturales, pueden acelerar el ritmo de destrucción del planeta.
Es importante señalar que los desastres naturales generalmente no ocurren de forma aislada. Es posible, por ejemplo, que las olas de calor vengan acompañadas de incendios forestales. Para México, lo anterior representa un problema ambiental creciente, puesto que en estos meses del año las altas temperaturas, sequías y vientos diversos ubican a las zonas áridas y semiáridas como zonas susceptibles a incendios forestales.
De acuerdo a la Comisión Nacional Forestal, en su último reporte correspondiente al 17 de abril del año en curso, se registran 123 incendios forestales activos en 28 estados de la república con una superficie preliminar afectada de 52 mil 315 hectáreas.
Para el caso de Guanajuato, en el 2025 se han reportado 63 incendios acumulados, y aunque nuestro estado es categorizado como una entidad con incidencia media de incendios forestales, estos desastres han consumido más de 2 mil 200 hectáreas superando las cifras del año pasado. Los municipios más afectados son Abasolo, Valle de Santiago, Manuel Doblado, Dolores Hidalgo, Purísima del Rincón, Silao y Ocampo.
Las consecuencias de los incendios forestales son mas profundas de lo que a simple vista se perciben. Además de pérdidas humanas, algunos ejemplares de la fauna silvestre no logran escapar de las llamas y para quienes tienen éxito, su habitad se encuentra destruido. Por otra parte, para la flora se incrementa su susceptibilidad a plagas, se altera el desarrollo de las plantas, así como la microbiota asociada a sus raíces. Lo anterior conduce a un desequilibrio de las cadenas alimenticias. Además, la gran acumulación de gases producidos durante el incendio, favorecen el efecto invernadero y con ello el calentamiento global.
Aminorar los efectos de estos desastres naturales requiere la participación de todas las naciones y de toda la humanidad. Sumando verdaderos esfuerzos podemos darle a nuestro planeta un aliento para recuperarse del impacto ambiental.