Pénjamo, Guanajuato.- La misa de las calaveras es una leyenda originaria del municipio de Pénjamo; ésta cuenta que aquél tiempo las misas se llevaban a cabo a las 5 de la mañana, cuando aún estaba oscuro y no había alumbrado público en las calles.
Había una mujer muy religiosa que asistía siempre a misa, un día se levantó de su cama cuando las campanas llamaban al templo, había mucha concurrencia pero mucho silencio, la voz del sacerdote no era la de siempre y oficiaba misa desde el altar central con la espalda al público.
Cuando la misa terminó y el padre se volteó hacia los feligreses para darles la bendición, la religiosa se dio cuenta que el sacerdote tenía el rostro y las manos descarnadas como la muerte al igual que todas las personas que se encontraban a su alrededor, eran esqueletos humanos cubiertos con ropa.
La mujer gritó y salió corriendo de la iglesia pero la impresión fue tan fuerte que se desmayó en la puerta de la Parroquia, un par de guardias que hacían un recorrido la auxiliaron, eran las 3 de la madrugada.
Al recobrar la conciencia, la mujer contó a los guardias su vivencia pero nunca le creyeron y la juzgaron de loca.