Columnas

La chica del cubrebocas -cuento 012-

Se veía triste y pareciera que no le importaba la vida...

Por: MakaBrown

-¿Alguien sabrá de nuestra reunión?

-No creo… dijo aquel vampiro de Guanajuato mientras le daba un trago a su tequila.

-Vámonos, ya es hora.

El cielo estaba más negro que sus ojos. La chica caminaba con paso lento sobre la calle de Pocitos casi llegando a la Universidad. La tormenta no se hizo esperar, cayó un aguacerazo en cosa de segundos. Parecía que aventaban cubetadas mientras los callejones parecían ríos interminables.

Aquella chica no parecía importarle mucho. Ella tendría unos veinte años a lo mucho. Su cabellera negra y los ojos pequeños. Por sus rasgos pareciera de origen oriental. Se veía triste y pareciera que no le importaba la vida.

Los dos vampiros se dirigían a su reunión, en la Mina del Cubo. El sitio era ultrasecreto, era una reunión a discreción en donde estarían presentes todos los miembros de la Dinastía Maka. Sabían que con el pensamiento podían trasladarse, pero su prisa era para alcanzar a beber otro trago antes del evento.

Subieron por el Callejón del Estudiante y casi llegando al final casi chocan con la chica del cubrebocas.

-Perdón, perdón, dijo uno de ellos.

-La chica no decía nada. El agua escurría por su cabellera y estaba toda empapada. Intentó sonreír y les dijo, “no se preocupen…. ¿les puedo hacer una pregunta?”.

Mientras la miraban fijamente, casi en un estado de hipnosis ella abrió su boquita para preguntarles: “¿Creen que sea una chica bonita?”.

En ese momento se quitó el cubrebocas. Un rayo rompió el cielo. No era un rayo común. Su poder se alcanzó a escuchar durante casi un minuto a varios kilómetros de aquella mágica ciudad. Se iluminó no solamente el cielo, sino también las escalinatas de la Universidad. El brillo de los ojos de aquella chica eran muy especiales.

Llevaba la boca cortada, sus labios se abrían casi llegando hasta las orejas. Un hilo de sangre se fundía con la lluvia que no paraba de caer. Era una sonrisa macabra.

La fuerza del rayo por fin terminó. El callejón regresó a su natural oscuridad.
-Eres muy bella, le dijo el vampiro mayor.

Se acercó tanto, que sus narices se rozaron. El vampiro tomó a aquella chica por la cintura y ella correspondió abrazándolo por el cuello.

El vampiro bebía la sangre que escurría de su boca y parecía que se la iba a comer. Sus colmillos la fueron penetrando hasta que un nuevo rayo iluminó aquella escena de amor.

Como si fuera magia, aquellas heridas fueron cerrando poco a poco, hasta dejar a aquella chica como si nunca le hubiera pasado nada.

Sus labios eran gruesos y cálidos. El color rojo parecía un símbolo de la pasión.

-“Bienvenida a la Dinastía Maka”, le dijo el vampiro.

-Debes acompañarnos… la reunión está por comenzar.

Los tres vampiros cerraron los ojos y cuando los abrieron no solamente estaban secos y con su cabello perfectamente alineado. La elegancia podía verse a pesar de la oscuridad de aquella mina del Cubo.

-Aquel vampiro lidereaba al grupo. La chica lo supo hasta que la soltó de la mano y la dejó en el círculo que habían formado los doscientos cuarenta y tres vampiros que se encontraban presentes.

-Se podía sentir una energía superior a la que había caído minutos antes con aquel poderoso rayo. Las vibraciones que salían de aquellos seres eran tan altas que en el ambiente se respiraba un poder inconmensurable.

-La chica que antes tenía el cubrebocas le preguntó al otro vampiro, aquel que había permanecido callado durante todo el camino. “¿Alguien sabrá de nuestra reunión?”.

-“No creo”, contestó el discreto vampiro con mucha seriedad.

Los radares de todo el mundo registraron la energía que se expendía por varios kilómetros, teniendo el centro la Mina del Cubo. Algunos dijeron que se trataba de una falla en sus instrumentos. Otros más aventurados dijeron que era una señal extraterrestre… pero ninguno pudo explicar aquella fuerza tan poderosa. Ni siquiera imaginaban que gran parte de esa energía, la tenía la chica del cubrebocas… y aquel grupo de vampiros.

 

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