Afuera del hospital general de Irapuato, las bancas se han convertido en camas del nosocomio que dan un poco de “alivio” a los familiares de enfermos que esperan a que mejoren.
Con cobijas entre árboles, en el piso, plásticos que sirven para taparse del sol o del frío, el hospital se ha convertido en un espacio lleno de vivencias que van desde presuntos delincuentes que llegan esposados para recibir atención médica y que son esperados por policías afuera del hospital, hasta familias completas que hacen de comer, mientras esperan.
De vez en cuando uno de los guardias sale a gritar el nombre de los pacientes o bien a sacar a aquellos familiares que “inundan” los pasillos del sobrepasado hospital general.
A la par del proceso de “descanso” obligado oficiales de tránsito municipal hacen de junio un “agosto” al levantar de manera continúa infracciones a automovilistas que respetan poco o no respetan la calle Grillito Cantor en la que de encuentra la clínica.
El ambiente en el sitio es complicado, pues no hay baños y la mayoría de las personas o bien se meten entre árboles y locales comerciales “medio abandonados” a realizar sus necesidades fisiológicas o de plano se aguantan las ganas de ir a un sanitario.
El hospital poco guarda de ser una clínica de primer nivel, pues hay que mencionar en los últimos cuatro meses han ocurrido situaciones como el que una mujer allá tenido a un bebé afuera del dicho lugar.
Lo cierto es que entre plásticos, hules, comercio informal, “desatenciones” y otras situaciones adversas, el hospital general es un “nido” de historias que se tejen entre la calle y sus paredes.