Salamanca. Guanajuato.- El señor Raúl Hernández Cruces, originario del Distrito Federal, cuenta que desde niño le gustó el baile, actualmente radica en la ciudad de Salamanca desde hace más de 50 años, es jubilado de PEMEX y en su juventud dice que fue bailarín del “Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández”, del que relató orgullosamente cómo fue su experiencia en el “poco tiempo” que perteneció al ballet y los motivos de su salida.
“En aquel entonces había caravanas artísticas que actuaban en Salamanca, Celaya e Irapuato el mismo día, una vez, estando yo en Irapuato venía en la caravana Ninón Sevilla (actriz y bailarina) con la que me llevaba muy bien y a quien conocí cuando vivía en el Distrito Federal, en esas caravanas le pedían a alguien del público que subiera a bailar y Ninón Sevilla me invitó a subir al escenario con ella porque éramos amigos y sabía que me gustaba el baile, a partir de ahí Amalia Hernández me invitó a formar parte de su ballet y hacer algo parecido a lo que hicimos Ninón y yo aquel día, así fue como me integré al grupo” platicó don Raúl.
Finalmente, el ex bailarín comentó que fue muy poco tiempo el que duró en el ballet debido a que todos los integrantes de sexo masculino eran homosexuales.
“Ahí yo era el único “machín”, entonces, al principio ellos no me querían, me metían la pata, me tumbaban, situación por la que mejor me asignaron una pareja para que yo pudiera bailar, y así fue como me aceptaron y yo me fui adaptando; pero tiempo después en Puebla, fuimos a ensayar a una academia de baile que tenía sus barras y sus espejos, estando yo bailando comencé a verme que ya estaba muy amanerado y dije aquí voy a terminar igual (sin discriminar a los homosexuales) porque ya tenía movimientos igual que todos y mejor decidí salirme” dijo don Raúl entre risas al platicar su anécdota.
En la actualidad, don Raúl comentó que el próximo 8 de abril cumple 54 años de casado, tiene dos hijos y dos nietos, diciendo que a ninguno de ellos le gusta bailar, ya que actualmente en su opinión la gente ya no sabe lo que es bailar pues con el “perreo y reguetón” cada quien se mueve como quiere, concluyendo que el baile tiene que ser como decía Cantinflas “de cuerpo a cuerpo como en el danzón”.