Silao Guanajuato. María de la Luz Navarro Ortiz, mejor conocida como María o “chita” tiene ya 45 años en el Mercado González Ortega del municipio de Silao, vendiendo enchilados, tacos, burritos, tostadas y quesadillas, aunque el negocio primero era atendido por su madre María Natividad Ortiz quien comenzó con el negocio desde que abrió el mercado.
“Aquí la que vendía era mi mamá, yo le ayudaba, cuando ella falleció yo me quedé con el negocio familiar porque de aquí era dónde nos manteníamos, cuando falleció dije pues no tengo de otra, hay que seguirle, desde que se abrió el mercado entramos, yo solo le ayudaba en el mandado”, dijo María.
Aunque al inicio para María fue difícil seguir con el negocio familiar, pero poco a poco se fue acostumbrando hasta que le gustó estar en el negocio, incluso, pese a la insistencia de sus hijos para que deje su trabajo, ella se “aferra” a estar ahí pues el mercado es como una segunda casa para ella.
“En un principio no me gustaba yo quería estudiar, pero no se podía y me venía a ayudar, la cocina es muy cansada, muy aburrida, pero con el tiempo pues me acostumbré, ahorita ya me gusta, aunque mis hijas me dicen que ya no venga, pero pues yo no quiero, porque toda la vida me la he pasado aquí”, comentó “chita”.
Para la mujer de 67 años, lo más bonito que ha podido experimentar a lo largo de su vida en el mercado es la convivencia con sus compañeros, aunado a que ha sido testigo del cambio generacional en los negocios familiares.
“Lo que me gusta es la convivencia con mis compañeros, no falta quien quiera me compre algo, algún comentario entre nosotros, pero el ver también como los hijos empiezan a atender los negocios, acá adelante el muchacho acaba de entrar, pero era su papá el que atendía, eso también es de llamar mi atención”, expuso la comerciante.
Por otro lado, María aún recuerda un gran susto que se llevó cuando ya hace unos años se incendió una ferretería ubicada al interior del mercado.
“Me llevé un susto cuando se quemó “la brocha de oro”, era una tienda que estaba acá, se quemó y las llamas llegaban hasta acá y luego el miedo por el humo, las llamas y los tanques de gas de la tortillería, salimos corriendo ese día del susto”, dijo la silaoense.
Debido a la pandemia las ventas para “chita” han bajado considerablemente, pero pese a esto, ella sigue con la esperanza de sacar algo durante el día, pues asegura que solo trabaja para comprar sus medicamentos.
“Están malas las ventas, la gente todavía no viene bien, unos ya se quedaron sin trabajo, otros los descansan, ahorita yo ya solo trabajo para mi medicina, no gano mucho, pero algo sale en el día”
Finalmente, María se dijo agradecida con Dios.
“Estoy agradecida porque Dios me da licencia de seguir viva aún con esa enfermedad que anda, no nos queda más que echarle ganas en lo que le corresponde a cada quien”, finalizó María de la Luz Navarro Ortiz