Nueva York
El tráiler de 40 pies de largo ha estado allí desde hace semanas, estacionado afuera de la Funeraria Leo F. Kearns en Queens. Su refrigerador sigue funcionando en un callejón que está enseguida de un establecimiento en donde cambian cheques.
Treinta y seis cuerpos, uno encima de otro, se encuentran almacenados en los estantes que tiene dentro.
El director de la funeraria, Patrick Kearns, apenas y ha dormido desde el día en que se hizo cargo de ellos. Mientras se encuentra despierto en medio de la noche, sabe que llegarán más.
“Le pesa a uno tener muchos casos bajo su cuidado”, dijo. “La tasa de mortandad es tan alta que no hay manera que podamos enterrarlos o cremarlos lo suficientemente rápido”.
Con más de 18 mil fatalidades anunciadas y un número total de decesos que con toda certeza es más alto, la crisis del coronavirus es el peor evento masivo de muertes que ha arrasado a Nueva York desde la pandemia de la influenza española hace un siglo.
Durante el pico de la pandemia en el mes de abril, un neoyorquino moría casi cada dos minutos — más de 800 al día, o cuatro veces la tasa normal de muertes de la ciudad.
Y aunque el número de decesos diarios ha disminuido recientemente, cientos de cuerpos siguen surgiendo cada día en casas privadas y hospitales.
La escala del problema llegó a su punto álgido este miércoles por la tarde, cuando la policía encontró docenas de cuerpos en descomposición dentro de dos camiones estacionados afuera de una funeraria en la Avenida Utica en Brooklyn.
El dueño, Andrew T. Cleckley, comentó que no tenía en dónde ponerlos y agregó simplemente: “Se nos acabó el espacio”.