Cuerámaro, Guanajuato.- Cada domingo, justo frente a la capilla de El Platanal, en el municipio de Cuerámaro, el aire se impregna de aromas que despiertan recuerdos y abren el apetito. Ahí, desde las dos de la tarde, Raquel Guaracha Vázquez monta su pequeño pero concurrido puesto de comida tradicional.
Con una sonrisa discreta y manos expertas, sirve pozole, quesadillas y otros platillos que han conquistado no solo a su comunidad, sino también a quienes, desde lejos, anhelan volver a saborearlos, en especial sus hijas, quienes viven en Estados Unidos.
Raquel, cocinera tradicional y vendedora nata, contó que comenzó en este oficio hace cinco años. “Siempre me ha gustado vender”, dijo con naturalidad, recordando cómo ha pasado de ofrecer ropa a preparar alimentos con el mismo entusiasmo. Vive en El Platanal desde hace más de tres décadas, y se ha convertido en una figura familiar cada fin de semana para quienes la visitan frente a la capilla del pueblo.
Aunque la cocina la mantiene ocupada, su corazón está dividido. Dos de sus hijas viven en el extranjero, tras haberse asilado en Estados Unidos.
“Ellas me dicen: Mami, vente porque queremos que nos hagas de comer”, relató Raquel, con un dejo de melancolía. Hace dos años que no las ve, y aunque el tiempo parece breve en el calendario, a ella le pesa como si fuera una eternidad.
Raquel no ha podido obtener una visa aún, pero tiene una cita programada para el próximo mes de agosto. Va con la esperanza de que esta vez sí se la otorguen, para poder abrazar a sus hijas y conocer a sus nietos, cuatro en total, uno de ellos aún por nacer. “Me gustaría ir a ver a mis hijas y a mis nietos”, dice, entre emoción contenida y una fe tranquila.
Mientras tanto, Raquel sigue cocinando y comentó con una sonrisa qué, añora preparar los guisos para sus hijas, aunque no tienen un platillo favorito: aman todo lo que su madre prepara, dijo la cocinera. Esa es la magia de Raquel, su sazón no solo alimenta, también consuela y une, incluso a kilómetros de distancia.
La historia de Raquel es la historia de muchas mujeres mexicanas: emprendedoras, trabajadoras, madres, cocineras y soñadoras. Mujeres que, con ingredientes sencillos y mucho corazón, sostienen a sus familias aquí y allá, en México y más allá de la frontera.
Y si algún domingo pasas por El Platanal, ya sabes: busca la capilla, sigue el aroma, y déjate abrazar por el sabor de un hogar que no conoce distancias.
