
Guanajuato, Guanajuato.- La celebración del Día del Ingeniero en México surgió en 29 de octubre de 1973. Eugenio Méndez Docurro, entonces Secretario de Comunicaciones y Transportes, propuso a Luis Echeverría Álvarez, presidente de la República, establecer el 1 de julio como fecha para honrar a esa profesión.
El precedente histórico fue que en esa fecha, pero de 1776, se expidió la Real Cédula para la creación del Real Tribunal de Minería en México, que dio origen a la fundación del centro de docencia e investigación llamado Real Seminario de Minería, donde tuvieron lugar los primeros planes de estudio y textos para las primeras escuelas de ingeniería en América.
Y es, precisamente, la obra civil y la ingeniería que dan imagen histórica y benefician a la capital del estado de Guanajuato lo que lleva a recordar a uno de sus grandes constructores: Ponciano Aguilar.
Ponciano Aguilar nació en 1853 en la ciudad de Guanajuato. Fue minero de profesión. Se graduó como alumno sobresaliente del Colegio del Estado de Guanajuato (antecesor de la Universidad de Guanajuato) en 1876.
Sobresalió en labores de administración, explotación y exploración de minas. Aplicó sistemas de extracción de agua muy eficientes y diseñando técnicas que mejoraban y aseguraban la explotación de minerales.
Su genio y talento fueron bien aprovechados: realizó numerosas obras civiles y públicas, además de ocupar cargos políticos. Bajo su dirección se materializaron obras como la Presa de la Esperanza, inaugurada en 1894; la reconstrucción de las calles Sopeña, Cantarranas, el Jardín Unión y la Plaza de la Paz en 1905; y el embovedado del río Guanajuato.
Fue supervisor del Túnel “Porfirio Díaz”, conocido más como del Cuajín, inaugurado en 1908, el cual fue el primer túnel construido diseñado para controlar el flujo de agua que, en épocas de lluvia, bajaba por el río Guanajuato y provocaba inundaciones.
Participó también en la construcción de la carretera Guanajuato-Dolores Hidalgo y en los proyectos de vías férreas que comunicaron las zonas del Bajío con los centros urbanos de León, Irapuato y Guanajuato.
Durante décadas, acumuló una vasta colección de minerales que hoy se exhibe en el Museo de Mineralogía de la Universidad de Guanajuato y encontró un mineral original al que se le conoce como “aguilarita”. Es un mineral de sulfosal poco común con fórmula Ag 4 Se S. Fue descrito en 1891 y recibió el nombre del descubridor, Ponciano Aguilar. Aguilarite – Mina San Carlos, La Luz, municipio de Guanajuato, México. La altura de la muestra es de 3,9 cm.

También inventó un dispositivo llamado “Ensayo de análisis piroeléctrico, empleo del arco voltaico en sustitución del soplete, para la determinación de los minerales”. Este aparato permitía analizar la composición de cualquier mineral con exactitud. Sin embargo, decidió no patentarlo, regalando su invento a la humanidad.
En 1914, estuvo preso en la Alhóndiga de Granaditas tras ser acusado de detractor del movimiento revolucionario de 1910.
En la década de 1980, sus hijas donaron el patrimonio familiar a la Universidad de Guanajuato. Entre los bienes donados se encuentran su casa, el archivo y la biblioteca del ingeniero, al igual que muebles, aparatos, instrumentos y su vestimenta. Parte de estos objetos personales y de trabajo se exhiben en una sala dedicada a su memoria en el Museo de Mineralogía de la Universidad de Guanajuato, ubicado en la Facultad de Minas, en la colonia San Javier de Guanajuato capital. El museo se puede visitar gratuitamente de lunes a jueves, de 10 de la mañana a 3 de la tarde.
Estos personajes y el mismo inventor y constructor fueron ironizados como personajes literarios en “Estas ruinas que ves” por el escritor guanajuatense Jorge Ibargüengoitia.
En su honor, la calle del costado derecho de la Basílica Colegiata de Nuestra Señora de Guanajuato lleva su nombre, al igual que el túnel Noreste, que inicia en la calle Balaunzarán y topa con el túnel Santa fe, conocido también como “Juan Valle”.

Su nombre está también en muchas placas colocadas en inmuebles y obras emblemáticas de toda la ciudad, muestra de que el ingeniero Ponciano Aguilar dejó una huella indeleble en la historia de Guanajuato capital, a pesar de haber fallecido en enero de 1935.