Ciudad de México
Ayer fue la última noche que Rubén Rodríguez, coordinador estatal de Socorros de la Cruz Roja en la Ciudad de México, llegó a su casa; a partir de hoy se alojará en una habitación de hotel con la finalidad de no poner en riesgo a su familia, puesto que está en contacto con pacientes que han dado positivo a Covid-19.
En los más de 11 años que llevo en la institución, nunca vi tanto miedo de contagiarse de algo en el país; a diferencia del sismo del 19 de septiembre, el riesgo era para nosotros: si te metías a una estructura y colapsaba sabías que eras tú y punto, el tema con esto es el riesgo de quedar contagiado de una enfermedad que no sabes que traes hasta 14 días después y puedes transmitirla a las personas que amas”.
Arriba de una de las seis ambulancias especializadas y adaptadas para trasladar a personas con el nuevo coronavirus, con las que cuenta la benemérita institución, Rubén recuerda que desde que inició la pandemia, el organismo se preparó para tener insumos y capacitar a su personal con la intención de evitar contagios entre ellos.
Desde enero se hicieron compras de equipo de protección personal, de mascarillas N95, la Federación Internacional de la Cruz Roja nos dijo que nos preparáramos, porque esto venía en serio, entonces inició un proceso de capacitación y otro de compra, porque era necesario tener los insumos, ya que lo primero que se hace es cuidar a los voluntarios, si no lo hacemos, no podemos seguir”, comparte.
En la actualidad, la institución trabaja en la capital del país con 186 personas remuneradas, de las cuales 30% están en licencia médica por tener algún factor de riesgo, también se ha sumado personal voluntario, lo que permite que todos los días haya guardias de 10 o 12 ambulancias para atender traslados.
Sabemos que estamos en un proceso largo, y buscamos relevos para que puedan ayudar, no dudamos que en algún momento alguien llegue a enfermar o simplemente esté cansado por estar todo el tiempo con estrés, con miedo, y constante movimiento sicológico por tratar con pacientes contagiados”, comenta.
Rubén explica que las unidades especializadas para Covid-19 tienen una cápsula para aislar al paciente, un ventilador, monitor de signos vitales y equipo médico. Resalta que éstas van casi vacías, porque así se evita que más elementos se tengan que desinfectar.
Los traslados en este tipo de vehículos inician con una llamada al 911, si alguien dice que tiene un problema respiratorio, es referido con un médico, se le practica un tamiz para determinar si los síntomas son moderados o graves, únicamente se traslada a aquellos que ya tienen alguna complicación para evitar la saturación de hospitales.
“Si tenemos alguna duda, se envía a un paramédico en moto para que revise al paciente, ahí se determina si es necesario el traslado o no; en caso de serlo, se envía una ambulancia especializada, aunque hay que mencionar que todos los operadores de las unidades, sean Covid o no, cuentan con equipo de protección personal”.
“A partir de hoy dormiré en un hotel para no poner en riesgo a mi familia, creo que ese es el mayor reto, todos tenemos miedo a lo desconocido y a contagiarnos, pero también es difícil hacer entender a la familia que me tengo que llevar al paciente solo, entran miedos, estrés y lágrimas, porque es subir a la ambulancia y esperar que lo vuelvan a ver”, finaliza.