
Guanajuato, Guanajuato.- Hace 45 años, don Fortino Aguilar aprendió el arte de hacer nieves de sabores. Con el respaldo de sus hijos creó un emporio municipal: ‘Nieves Artesanales Los Aguilar’. Acaba de dejar este plano terrenal.
Fue originario del Rancho de los Martínez, donde cultivó el campo y pastoreaba cabras. Luego vendió carbón. En una visita a Dolores Hidalgo aprendió a preparar el helado, adquirió una tina para aprender a hacer nieve de limón y fresa que preparó luego para una kermés de su comunidad.
Se fue a trabajar como albañil a en El Rosario, Baja California, y al terminar ese trabajo regresó a Guanajuato. Tenía 30 años cuando tuvo la iniciativa de vender vasos de nieve a un peso en el callejón de Santo Niño y en el Jardín Embajadoras.
Empezó a preparar un sabor poco conocido en la capital: mantecado y se convirtió en todo un éxito. Así lo explicó en una entrevista para la televisión:
“Me bajé aquí en Embajadoras, y me subí un pedacito de hielo, empecé a hacer mi nieve y estuve echándole coco a la salida del negocio. Yo no lo veía como negocio, sino como una necesidad para sobrevivir”.

Con el tiempo fabricó sus propias tinas y adquirió más experiencia hasta desarrollar más de 50 sabores y tener presencia en varios lugares de la ciudad y extenderse a León (donde puso una sucursal en el nevero barrio de San Juan de Dios) y Lagos de Moreno, Jalisco.
Don Fortino ya estaba retirado del rudo quehacer de batir la crema para la nieve: es un proceso de elaboración que comienza a las 4 o 5 de la mañana, con la recolección y preparación de las frutas, seguido del batido en tinas de aluminio y madera, un método que requiere experiencia y dedicación.
Fon Fortino se fue a los 75 años de edad y procreó cinco hijos hombres y tres mujeres. Varios de ellos dieron continuidad al negocio y posicionaron una marca con locales ubicados en logares estratégicos del municipio y vehículos que recorren las calles para ofrecer “Nieves Aguilar”.
Su deceso ha causado conmoción en una ciudad donde se le respeta y admira y lega una tradición que se extendió a otras personas para convertir a este municipio en uno de los mayores productores de nieve después de Dolores Hidalgo.
“Lo más importante es que cuiden mucho lo que tenemos, que no olviden de dónde nació esto. Nadie me enseñó, yo solo tuve inteligencia para hacerlo”, compartió Aguilar.
Fortino Aguilar, afirmó que su mayor satisfacción es ver a sus hijos y nietos seguir sus pasos y mantener viva la tradición. Su legado es un ejemplo de perseverancia y amor.

