“Tomar cabal conciencia de la sustancia virtual de nuestro miedo,
es pilar en el camino de la autoliberación”
Abel Pérez Rojas
A lo largo de la vida vamos acumulando pasajes que contienen sustancia formativa intransmisible.
Porque la profundidad de la huella, que ese conjunto de experiencias dejan en nuestro ser, no se alcanza a desentrañar mediante el discurso.
Por ejemplo, hay situaciones como las fobias que provocan gran temor en algunos individuos, y para otros eso mismo es algo que ni siquiera amerita un poco de atención especial.
Reconocer los temores que padecemos y trabajar para liberarnos de ellos puede colocarnos frente a situaciones de tensión e incertidumbre, pero en el trayecto y al final del camino nos deparan vivencias que de otra manera no llegan.
Christopher Hansard, directivo del Centro Médico Edén de Londres, en su obra “El arte tibetano de la serenidad” afirma:
“¿Por qué sentimos miedo? Porque en el mismo miedo es donde se encuentra el camino de la serenidad. El miedo es el que nos lo muestra, sin él nunca podríamos aprender las lecciones que nos conducen a la serenidad. Al hundirnos en las profundidades del miedo que hay en nuestra conciencia humana es cuando descubrimos todo cuanto necesitamos para curarlo”.
Desde la visión filosófica que asume Hansard para abordar el miedo y la serenidad, podemos colocarnos en el contexto educativo formal que nos es tan familiar.
Véase que los miedos son una especie de estrategias para mostrarnos una serie de aprendizajes que sólo pueden llegar al enfrentarnos a ellos.
Al considerar los miedos como estrategias de aprendizaje vemos que no sólo son, en su parte inicial, un mecanismo de sobrevivencia y conservación, sino también de evolución individual y colectiva.
Si el miedo es una especie de estrategias de aprendizaje, entonces cabe preguntarse: ¿quién o qué es el Maestro que pretende contribuir en nuestra formación?
Inmediatamente surge la respuesta: es nuestra profunda conciencia –o como se le quiera llamar de acuerdo a la corriente que se elija- la que coloca frente a nosotros situaciones formativas especialmente a nuestra medida.
Similares a los entornos virtuales de entrenamiento de última generación, nuestra mente ha creado un intricado laboratorio sustentado en creencias y pensamientos que confunden a nuestro profundo ser para que suponga que esa es la REALIDAD, pero no es así, esa es sólo una representación que puede ser superada a través del auto estudio de sí mismo de manera sincera y honesta –no confundir con el estudio formal escolar-.
En gran medida, alguna parte de nosotros es quien provee esa dosis de miedo que nos causan ciertas situaciones y es también alguna parte de nosotros la que tiene el antídoto para superarlo.
Las antiguas escuelas iniciáticas desarrollaron contextos, revestidos de rituales y ceremonias, para provocar que los miedos de cada individuo afloraran y crearan situaciones que sirvieran para sacar la valentía de cada ser, y a su vez exhibieran a la Conciencia como verdadero maestro de cada uno.
Aceptar recorrer el camino para superar nuestro miedo es de esas grandes vías que contienen sustancia formativa que no se pueden transferir a otro, es un aprendizaje intrínseco, pero por sus huellas podemos dar testimonio del recorrido y de los frutos alcanzados.
Para concluir le comparto otras líneas de Hansard:
“La finalidad del miedo es ayudarnos a encontrar el camino hacia la serenidad. Si estamos dispuestos a ello, el miedo puede ser un guía y un aliado en nuestro viaje interior que nos conduzca al auténtico gozo de una vida serena”.
¿Qué le parece?
Abel Pérez Rojas (abelpr5@gmail.com / @abelpr5 / facebook.com/PerezRojasAbel) es poeta, comunicador y doctor en Educación Permanente. Dirige: Sabersinfin.com.