Irapuato, Guanajuato.- Lorenzo a quien llamamos así para cuidar su identidad, es un niño de 8 años quien dice haber pasado a tercero de primaria, pero no recuerda el nombre de su escuela.
Él se dedica a vender cacahuates tostados, varias horas del día carga un bote lleno de cacahuates que muy seguido se cambia de mano, incluso camina medio chueco por hacer su gran esfuerzo por cargar el bote que le queda grande para su tamaño y edad.
Lorenzo dijo tener 3 hermanos menores, pero no sabe dónde están, a él lo acompaña su mamá quien también vende recorriendo las calles de la ciudad, ella no quiso dar su nombre, sólo afirmó que Lorenzo veía sus clases por la tele.
El niño y su madre dicen venir a la ciudad de Irapuato desde Valle de Santiago, intentando ganarse unas monedas, sin embargo, hay días que no venden casi nada comentó Lorenzo rascándose con sus manitas sucias un ojito irritado y lloroso.
Esta es otra cara de la moneda, otro niño estresado, pero no por el estudio, sino porque tiene que trabajar para poder ayudar a su mamá y mantener su familia, Lorenzo esquiva los carros a los que se les atraviesa en su intento por vender, muy probablemente ande sin comer, pero hace su mayor esfuerzo por tener una vida mejor, trabajando a su corta edad al no tener las mismas oportunidades que otros niños, aunque tenga los mismos derechos.