
Manuel Doblado, Guanajuato.- La devoción a la Virgen de Guadalupe no solo se cuenta en peregrinaciones multitudinarias o en altares que florecen cada 12 de diciembre. Para el padre Jorge Borja, vicario del templo de San Pedro Piedra Gorda, su significado es mucho más profundo: es un lazo espiritual que acompaña, transforma y une al pueblo mexicano.
En entrevista, el sacerdote reflexiona sobre el papel que la “Morenita” ha tenido a lo largo de los siglos y sobre la forma en que continúa tocando vidas día con día.
Aunque afirma que existen innumerables testimonios, el padre Jorge recuerda especialmente aquellos relacionados con mujeres que no podían tener hijos y que, al encomendarse a la Virgen, lograron concebir.
“Cuando una mujer empieza a pedir a la Virgen María, le concede la gracia de la maternidad, estos hechos representan la continuidad de la intercesión de María ante quienes recurren a ella con fe sencilla” mencionó el sacerdote.
También observa cambios profundos en personas que enfrentan enfermedades o momentos de crisis. “Cuando una persona se pone bajo el amparo de la Virgen María, ella le cambia totalmente el sentido a la persona… incluso hasta una conversión”, aseguró.
Más allá de los milagros físicos, el vicario subrayó que la verdadera devoción guadalupana debe impulsar a vivir mejor: cumplir los mandamientos, ser buenos ciudadanos, buenos padres e hijos.
“Cuando uno va a la casa de la mamá, a la mamá le duele cuando los hijos están peleados, imagínense cómo siente la Virgen al ver que no nos hablamos, que estamos distanciados”.
Para él, la Guadalupana sigue pidiendo unidad y reconciliación entre los mexicanos.
El padre Jorge señaló un fenómeno interesante: existen personas que no se identifican como católicas, o que no acuden a misa, sin embargo, mantienen un altar guadalupano o visitan su imagen en diciembre. Para él, la explicación está en la identidad profunda que la Virgen representa.
“La Virgen tocó lo más sensible del pueblo mexicano, se hizo una de nosotros: la llamamos morenita, habló con un indígena, se dirigió a los más pobres, a los más sencillos”.
Sus palabras a Juan Diego: “¿No estoy yo aquí que soy tu madre?” siguen resonando como un mensaje universal de consuelo, Ese vínculo ha llevado la imagen de la Virgen de Guadalupe a lugares tan lejanos como Lourdes, la Basílica del Sacro Cuore o el Vaticano, donde incluso el Papa Francisco ha celebrado misas guadalupanas.
Para el vicario, la presencia guadalupana no solo une al pueblo mexicano con su historia, sino que lo orienta espiritualmente, “María nos lleva a Jesús, y eso es lo que hace con el pueblo mexicano”, concluyó.
En Manuel Doblado, como en todo México, la fe en la Virgen de Guadalupe sigue siendo más que una tradición: es un camino de identidad, esperanza y renovación.