La gestión en materia de seguridad de un municipio es compleja, son diversos factores los que se conjugan y que dan como resultado el éxito o fracaso de un plan de seguridad, entremos a detalle.
Contar con un diagnóstico en materia de incidencia delictiva y conformar un mapeo de los acontecimientos que se originan en el territorio municipal es la base para delinear la estrategia. A partir de los delitos del fuero común y federal se prospecta la intervención, en mayor o menor medida, de los tres niveles de gobierno.
La prevención del delito tiene que darse en la calle con programas que lleguen efectivamente a las personas que se encuentran en colonias de alto riesgo. Los foros y demás eventos en instalaciones cerradas y con auditorio seleccionado sirve para el lucimiento de funcionarios, pero no necesariamente para prevenir el delito en las calles. Los programas de intervención efectivos son los que se ejecutan con metodologías claras en donde los preventólogos y criminólogos son especialistas.
Por otro lado, la participación ciudadana organizada en los comités de colonos es un elemento de coadyuvancia entre la población y la autoridad en el tema de seguridad vecinal. El reto es enorme, pero se tiene que trabajar para que por lo menos el 75 % de las colonias de los municipios cuenten con su comité, cabe mencionar el enorme rezago en la materia.
El crear más centros comunitarios multifuncionales en las colonias es un aspecto prioritario, a falta de recursos el municipio se tiene que apoyar en el estado y en la federación, tomando en cuenta que estas instancias tienen cierta infraestructura para realizar actividades tendientes a fomentar ciudadanía y seguridad.
Existe una responsabilidad compartida de la población que poco o nada se menciona por temor a la crítica y tiene que ver con la obligación de las personas en apegarse a estándares de sana convivencia social. Aunque sea incómodo decirlo: se tiene que educar a la gente.
Ante el tamaño del problema es pertinente realizar una convocatoria, un pacto, para que todos pongan de su parte y se mejore la seguridad. Para tener el respaldo social suficiente y realizar una convocatoria de estas características el gobernante debe contar con liderazgo, credibilidad y trabajar con base a resultados palpables. Caso contrario todos los esfuerzos en este sentido serán nulos.
El bono de gobernabilidad otorgado a una administración que llega se tiene que aprovechar para empujar acciones prioritarias de gobierno.
La unidad de mando y de dirección tiene que ser visible en los que dirigen a la policía, dar la cara para explicar lo que está haciendo la corporación. Cualquier persona que tiene cercanía con el ámbito policial o castrense lo sabe, postura en contrario significa un aminoramiento de la moral de la tropa.
Por otro lado la iglesia tiene mucho que aportar, sin embargo poco hace. No todo son buenas intenciones y golpes de pecho, la realidad se impone y además de ser un problema de valores, es momento para que el clero sea más terrenal y realice algo dentro de su competencia.
No se percibe el apoyo o trabajo multidisciplinario de las universidades… ni de sus docentes e investigadores. ¿Dónde están las aportaciones de los colegios de abogados? Como hemos visto el problema de inseguridad ha llegado a todos los sectores, nadie se salva, por ende todos tenemos obligación de hacer algo al respecto.
Hay una amplia discusión en torno al número ideal de policías para una ciudad. Estudios atribuidos a distintos países mencionan un rango de entre uno a cuatro policías por cada mil habitantes. La constante es de dos a tres. Consideramos que el número depende de muchos factores, pero un indicador a tomar como referente es el número de minutos que tarda en llegar la policía a una llamada de emergencia, considerando que de tres a cuatro minutos son los adecuados para llegar a un incidente de lesiones, robo u otra emergencia.
La profesionalización tiene que ser una constante, mejorar o en algunos casos instaurar protocolos de actuación ante situaciones de riesgo. El cuerpo policial debe resguardar su integridad física aplicando procedimientos de detención, pero sin vulnerar los derechos humanos de las personas.
Para sacar adelante un proyecto de gobierno con sus respectivas metas se requiere un doble esfuerzo y particularmente salir a la calle a dar resultados y dar la cara a las personas, decirle aquí estoy contigo trabajando, pero con programas y acciones contundentes arropados por la aceptación social. Ésta es la clave del éxito de un gobierno de resultados.