
Salina Cruz, Oaxaca.- Berzaín Cruz López y su esposa, María Concepción Barbosa Acevedo -Conchita- iban a saludar y convivir con los suyos al puerto de Coatzacoalcos. No llegaron a su destino: fueron dos de las 13 víctimas del descarrilamiento del Tren Interoceánico en el tramo Nizanda-Chivela.
El matrimonio, originario de Salina Cruz, había abordado el tren con el propósito de llegar a Coatzacoalcos para recibir el Año Nuevo junto a su hija. Llevaban consigo maletas con regalos y la ilusión de convivir con su sangre tras cerrar el ciclo escolar. El reencuentro que tanto anhelaron quedó silenciado en las vías.
El gremio educativo y la comunidad oaxaqueña lloran la partida del profesor Berzaín y su inseparable compañera. Sus hijos, quienes mantuvieron la esperanza hasta el último segundo, enfrentan la noticia más dolorosa de sus vidas:
“Compraron un boleto para celebrar la vida en familia, pero el destino les tenía preparada una partida eterna.”
Detrás del debate político en torno a la tragedia, hay dolorosas historias humanas. Ésta es una de ellas.
