Irapuato, Guanajuato.- Innovación e historia, son algunas palabras que resumen la actividad de la Hacienda de Arandas, cuyas ruinas aún se conservan y sirven como testigo del paso del tiempo.
Esta hacienda, ubicada al norte del municipio, contaba con una extensa superficie territorial, sus tierras fueron destinadas por muchos años al cultivo de trigo. Con el objetivo de producir cosechas abundantes, sus dueños construyeron una presa.
Los cultivos de esta promitente hacienda de Irapuato, eran dotados de agua del río Silao, conocido en aquel entonces como río de Nuestra Señora de la Misericordia.
De acuerdo a datos encontrados en el Archivo Histórico Municipal, esta hacienda perteneció desde el siglo XVI al Mariscal de Castilla, Señor de Siria y Borovia que, de acuerdo a una descripción, contaba con cuatro sitios cercanos.
En 1747, el mariscal José Pedro de Luna Gómez y Navarra vendió, en dos fracciones para Juan Villaseñor y José de Padilla y Guzmán, Marqués de Guardiola; para 1774, una fracción fue vendida a Florencio Hernández y a un indio llamado Prudencio.
En la actualidad, esta hacienda se ubica en la comunidad del mismo nombre, justo al centro se encuentra el casco que aún conserva sus monumentales muros de piedra y tabique con ventanales en la parte más alta.
Aunque no conserva techumbres, la hacienda aun luce esplendorosa, con enormes arcos de piedra que resaltan de entre las construcciones modernas que la rodean, a pocos metros de su límite.