Había una muela muy afilada…tan afilada que se creía diente. Había un diente muy potente que demolía la comida, que hasta se sentía muela.
De hecho no tiene nada de malo que una muela se crea diente y un diente que parezca muela. El problema empezó cuando esa muela trataba de convencer a las demás muelas para que cortaran tan filosamente como ellas. Y del mismo modo cuando el poderoso diente les insistía una y otra vez a los demás dientes que molieran la comida como lo hacía ella.
No importa las cualidades que tenga tu vecino, o las que tengas tú. Lo importante es que exista ese espacio de respeto, sin insistirle a los demás que sean como nosotros queremos que sean. Cada quien es libre de elegir su misión en la vida. Disfrutémosla con el respeto que merecen todos aquellos que nos rodean.