El Batallón Primer Ligero: garante de defensa de la soberanía nacional

Fue guardia del presidente Juárez en mayo de 1862 y se batió con valor contra los franceses en 1863

Guanajuato, Gto.- El Batallón Primer Ligero de Guanajuato no participó en la batalla del 5 de mayo de 1862, pues su misión fue resguardar al presidente Benito Juárez. Sin embargo, sí jugó un papel importante en la defensa de la misma ciudad, que fue sitiada por los franceses del 16 de marzo al 17 de mayo de 1862. Se cumplía la consigna: “si pierden los de Guanajuato, se pierde la capital”. Tras una primera gran derrota en 1862, el invasor finalmente derrotaría al ejército juarista en 1863. El Batallón guanajuatense, sin embargo, seguiría siendo baluarte de la soberanía nacional y de la seguridad del mandatario.

En mayo de 1862, los franceses avanzaban desde Veracruz hacia la capital del país. El guanajuatense Florencio Antillón tenía una encomienda: cuidar la seguridad del presidente y el Batallón Primer Ligero se convirtió en la guardia personal de Juárez.

El 2 de mayo, los franceses y sus mercenarios habían asegurado el paso de Aculzingo y se dispusieron a ir hacia la ciudad de México. El 3 de mayo por la noche, el general Ignacio Zaragoza llegó a Puebla y dejó en su retaguardia una brigada de caballería para hostigar a los invasores. Los efectivos del Ejército de Oriente ocuparon las calles para controlar a una población que en su mayor parte era partidaria de la invasión.

El 4 de mayo comenzó la batalla. El invasor salió de San Agustín del Palmar, en Veracruz, para cruzar la Sierra Madre Oriental y dirigirse hacia Puebla, paso obligado para llegar a la capital del país y uno de los bastiones del Partido Conservador.

El avance europeo fue contenido por tropas de Oaxaca, dirigidas por Porfirio Díaz. Felipe Berriozábal y Francisco Lamadrid dirigían tropas del Estado de México y San Luis Potosí, respectivamente. Lograron repeler el ataque fuerte y reforzaron la ciudad.

Los combates por la defensa de los fuertes de Loreto y Guadalupe, donde se parapetó el ejército mexicano, comenzaron al amanecer. Zaragoza mandó un telegrama a Juárez para notificar el inicio de hostilidades.

Al mediodía la comunicación por telégrafo se interrumpió. Alarmado, Juárez ordenó a Florencio Antillón acudir a reforzar a Zaragoza. El guanajuatense debió pernoctar antes de llegar a Puebla y llegó a la ciudad al día siguiente.

Al restablecerse el servicio telegráfico, el mensaje de “las armas mexicanas se han cubierto de gloria”, marcó el hito del triunfo mexicano sobre el invasor. El Batallón Primer Ligero, el que protegió a Juárez en 1858, cuando éste se refugió en Guanajuato y declaró a la ciudad como capital del país, quedó como guardián fiel al juarismo y como tropa de élite en defensa de la patria.

El papel de combatientes directos que los guanajuatenses no pudieron tener en 1862, lo tendrían al año siguiente, cuando los franceses regresaron para sitiar por 22 días a la ciudad de Puebla.

En 1863, durante el Sito de Puebla, el Fuerte Iturbide -formado por el convento de San Javier y el edificio de la Penitenciaría- fue uno de los puntos más castigados por la artillería francesa. Fue una resistencia de 29 mil mexicanos contra 32 mil franceses. En esa ocasión los cañones enemigos destruyeron las fortificaciones mexicanas, pero los defensores, en su mayoría soldados de Guanajuato, resistieron sin abandonar sus posiciones.

La ciudad cayó, finalmente, y fue abandonada por los mexicanos. El invasor marchó hacia la capital y Juárez comenzó su peregrinar por el país. El Batallón Primer Ligero había refrendado su papel de tropa de élite, defensora del liberalismo y leal a Juárez y las instituciones republicanas.

La tradición oral cuenta que fue esta lealtad republicana a lo largo de tantas batallas lo que llevó a Benito Juárez a autorizar que las fuerzas del Estado de Guanajuato portaran armas y uniformes del Ejército Federal, privilegio compartido solo con Oaxaca y que se mantuvo hasta 1964.

Formado en 1833 por decreto del Congreso del Estado de Guanajuato, el Batallón Primer Ligero ya había demostrado su lealtad y preparación en múltiples momentos de la historia nacional: desde la guerra contra Texas y la Intervención Norteamericana, hasta el sitio de Querétaro y como escoltas del presidente Juárez en su marcha hacia el norte durante la ocupación francesa. En 1862 protegió al presidente y en 1863 le tocó resistir de nuevo frente a uno de los ejércitos más poderosos del mundo.

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Periódico Notus
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