“Doy cada día lo mejor que puedo”: Francisco Octavo QEPD

Abasolo, Guanajuato

“muchas generaciones, muchas satisfacciones y sobre todo lo que significa el deber cumplido, me siento muy contento y doy cada día lo mejor que puedo”, fueron alguna de las últimas frases del profesor Francisco Octavo Hernández, quien perdió la vida de manera sorpresiva en su natal Abasolo.

La historia del Profesor Octavo

Fue en el año de 1968 cuando Francisco Octavo Hernández originario de Abasolo Guanajuato comenzó a dedicar su vida a la formación integral de los jóvenes, “me he dedicado toda mi vida al servicio docente que es una carrera a la cual amo mucho, si volviera a nacer volvería a ser maestro”, estas fueron las palabras de Octavo luego de 49 años de trabajar al de la educación en México.

Francisco Octavo Hernández platicó en el año 2015 previo al día del maestro que su primera experiencia en la docencia fue en Rancho Nuevo de la Cruz, posteriormente se desplazó a la escuela primaria 20 de Noviembre donde tiene, “llevo una vida tranquila, de enseñanza de acercamiento con los niños y con los padres de familia”.

Además el docente platicó que trabajó también en la escuela Virgilio Uribe y enfatizó, “muchas generaciones, muchas satisfacciones y sobre todo lo que significa el deber cumplido, me siento muy contento y doy cada día lo mejor que puedo” dijo.

Un camino difícil de lucha y trabajo

Notus en una entrevista previa a su muerte, Octavo Hernández mencionó que en aquel entonces sus padres no contaban con los recursos económicos necesarios para poder brindarle una educación, “no me permitía nuestra situación seguir estudiando, mi futuro después de la primaria era enseñarme un oficio, mi padre quería que yo fuera carpintero.  Se presentó la ocasión que en 1962 fui el alumno más aplicado de Abasolo, y fui a México a saludar al Presidente Adolfo López Mateos representando al estado de Guanajuato, allá se me abrieron las puertas me orientaron y me dijeron que presentara un examen en un internado en donde se estudiaba secundaria y normal, entonces me fui y abandone mi hogar y mi familia a los 11 años, sabía yo que tenía que hacerlo estaba en juego mi futuro, lloraba pues nunca había salido” mencionó.

“Comprendí que está es labor muy bonita, es de dar, sé que se goza más dando que recibiendo”, Francisco Octavo Hernández, QEPD.

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