“Sé libre colibrí,
porque en ti vive la voz de nuestros ancestros”.
Abel Pérez Rojas
La custodia del saber ancestral –ese que nos heredaron nuestros abuelos de sus abuelos y a su vez ellos de sus antepasados- es tarea de quien la asume como propia.
Podemos reconocer allí la fuente de nuestra identidad, para tener un punto de apoyo en medio de la oscuridad angustiante, aquella que provoca la vacuidad del “desarrollo” posmoderno y la orientación ecocida de éste.
Quien hace suya la defensa y conservación de esa vetusta sabiduría se convierte por decisión propia, por herencia o porque no hay quién más, en guardián del saber ancestral.
Los guardianes del saber son la última línea de defensa y protección de esas enseñanzas que están en peligro de desaparecer y que si se llegan a perder, entonces habría un empobrecimiento cultural y evidentemente humano de proporciones incalculables, dice la UNESCO.
Ésta, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura ha advertido que de seguir las cosas como van, la mitad de los seis mil idiomas hablados actualmente podrían desaparecer a finales de este siglo, por ejemplo.
Es en ese contexto que debe entenderse la labor de un guardián más del saber ancestral llamado Colibrí. Publicación en Lenguas Originarias, que fundó y dirige el brillante Gerardo Pérez Muñoz.
Colibrí es un esfuerzo colectivo que ha dado origen a una serie de espacios y encuentros vivos, a una publicación impresa y digital quincenal, y en algunos periodos también a una propuesta radiofónica por Internet que alguna vez cobijamos en Sabersinfin.com.
“Después de todo este tiempo hay que estar medio loco para emprender y sostener el vuelo de Colibrí”, me dice un sereno Pérez Muñoz en una reciente entrevista (goo.gl/tWvVxc) para mi programa de radio.
No es para menos, el próximo junio Colibrí cumplirá ocho años de vida y parecen muy distantes aquellos días de 2008.
Para que tenga una dimensión del aporte de Colibrí, le comento que a la fecha se ha publicado obra (poemas, cuentos, artículos, etc.) en casi cincuenta lenguas originarias, tanto de México como del mundo, principalmente de Indoamérica, por ejemplo en el más reciente número -el 122- se incluye un poema de compañeros mapuches.
Actualmente Colibrí aparece encartado en el periódico poblano 24 Horas, pero ese es sólo el más reciente de sus refugios, pues ha sido cobijado por varios rotativos de Puebla a lo largo de sus ediciones.
Aunque durante la entrevista, Pérez Muñoz rechaza que él se haya convertido en un guardián del saber ancestral, porque dice: “sólo ha hecho lo que cualquiera haría en su situación”, me permito diferir de él y amplío ese mismo calificativo para quienes dan vida al Consejo Editorial de la publicación que actualmente está conformado por: Patricia Celerina Sánchez, René Esteban Trinidad, Manuel Espinoza, Juan A. Ariza Román (Colombia). Por supuesto también incluyo a la directora Tatiana Méndez Bernaldez y a Tatiana Bernaldez, responsable de diseño gráfico.
Colibrí no sólo es un altavoz para que el corazón de quienes pertenecen a algún pueblo originario se pueda escuchar en más lugares, es un corazón en sí; es un guardián colectivo del saber ancestral.
No sólo hago votos para que la labor de Colibrí continúe, sino para que conforme transcurran los días cobre más vida y se fortalezca generacionalmente, porque su causa es la causa de todos. ¿O no, querido lector?