Irapuato, Guanajuato.- Con 101 años de vida Eloísa Ortiz Navarro goza de una memoria privilegiada y contó cómo fue una parte de su niñez en Irapuato en los años 1923 a 1933, el menú de la celebración por el cumpleaños fue mole. “En mi casa cada ocho días se comía mole, matábamos al guajolote más gordo y a desplumarlo” contó la festejada.
Hija de Soledad Navarro y Manuel Ortiz Imperial “Lochita” nació un 12 de junio del año 1923 en Irapuato, la casona donde pasó su niñez que se encontraba ubicada en la calle Ponciano Arriaga en el centro.
Recordó Lochita, como es conocida por personas cercanas a ella, que siempre ha sido una persona retraída, “nunca fui de tener muchas amistades” comentó; se dio cuenta que con las amigas era muy fácil criticar a los demás y eso no le gustaba.
De niña primordialmente jugaba con sus hermanos y hermanas, quince en total, jugaban en aquella casona y ocasionalmente se unían a los juegos algunos vecinos.
Una de las cosas que recordó con cariño fue que su padre Manuel Ortiz les preparaba nieve, “tres tambos hacía, de limón, chocolate y leche” después de que jugaban en la huerta de la casa, su padre les repartía nieve a todos los hermanos.
“Mi papá no nos dejaba tener amigos” comentó Lochita; en la casa eventualmente había hombres, amigos de sus hermanos varones, que por alguna razón los visitaban, pero la casa era tan grande que en un lugar estaban los hombres y en otra las mujeres, no permitía mi padre que estuviéramos juntos; en eso era muy cerrado, aunque él era una persona muy sociable, con muchos amigos” comentó Eloísa Ortiz.
Recordó Lochita que cuando era joven existían algunos lugares en Irapuato a los que ella de vez en cuando frecuentaba, uno de ellos era el casino llamado “La Playa” y las nieves de Don Bartolo; Otro de los lugares a los que asistía era el cine, recordó que en aquellos tiempos existían tres en el municipio, “El Rex”, “El Rialto” y el “Cinema Irapuato” Los dos primeros ubicados en el centro de la ciudad y el último en avenida Guerrero.
“No era fácil poder ir al cine, había que rogarle a mi papá; eran días de rogarle para que nos dejara ir”. Relató que para ir al cine no le costaba nada, pues a su papá por los diversos trabajos que tenía le regalaban pases para toda la familia. Un día la mayoría de la familia fue al cine con el pase familiar que le habían regalado, “tremenda sorpresa se llevó el dueño del cine al ver que llegamos más de una docena de personas”.
El boletero del cine, no querían dejarlos pasar, y su padre tuvo que hablar con el dueño para que les hicieran válido el pase, “¡para que andan dando pases familiares!” comentó la cumpleañera; Posterior a ese día ya solo le obsequiaron a Don Manuel pases individuales; pero eso sí, al regresar del cine todo mundo a rezar el rosario alrededor de la cama de su padre comentó Eloísa.
Recordó con gran cariño a “Tía Juve” quien fue una nana para ella y sus hermanos menores; tía Juve se encargaba de ayudar en las labores del hogar, Lochita tienen la imagen de ver planchar a la tía cerros de ropa; “cuando puede, yo le ayudaba a Tía Juve a planchar, la obligaba a recostarse y a que descansara mientras yo planchaba”; relató la cumpleañera que en ocasiones se iba a dormir hasta las doce de la noche, ya que terminaba de ayudarle a planchar a la cansada tía Juve.
Cuando sus hermanos varones menores, entraron a la universidad en la Ciudad de México, Lochita fue enviada junto con ellos para que se hiciese cargo del departamento que se les había rentado en aquella ciudad, un día le avisan que la tía Juve sufrió un accidente y se lastimó severamente y como consecuencia perdió movilidad, Lochita comentó que le hubiera gustado estar al pendiente de la tía y atenderla como ella lo hizo tiempo atrás. Días después murió Juve.
Lochita de gracias a Dios por haberle permitido vivir tantos años y de gozar de una gran memoria.