Una infancia entre la pobreza y marginación en Irapuato

Con huaraches remendados y solo un año de escuela, José Carmen recuerda las dificultades de su niñez y la discriminación que sufrió por ser pobre

Irapuato, Guanajuato.- La pobreza y la marginación que vivió José Carmen Bravo cuando era un niño hace 60 años, fue muy dura aquí, en Irapuato.

José Carmen nació en la comunidad de Venado de Yóstiros, la cual se encuentra en el bordo de una barranca, desde pequeño él cuidaba vacas y cabras que llevaba a pastorear al fondo de dicha barranca, y mientras los animales comían, él se subía a un árbol a cantar y silbar las canciones que escuchaba en la radio.

“En aquel entonces, había una marginación muy fea, yo solo tenía huaraches de reja, así les decían, pero en tiempos de lluvias, nomas se mojaba la baqueta o el cuero del huarache y terminaba uno con el zapato en la mano y a regresarse desde donde anduviera con los pies descalzos.” Recordó el irapuatense.

José Carmen mencionó que una vez llegando a casa, había que sacar el martillo, las tachuelas y a reparar el huarache para que quedara listo para otros días más de uso, pero eso no era toda la marginación, no había dinero para gastar, lo que más llegó a tener fuero apenas algunos centavitos que tenían la imagen de, doña Josefa Ortiz, y alguna vez le tocó encontrarse un peso con la imagen de Morelos y alguno que otro tostón.

Cuando llegó el tiempo de ir a la escuela, José tuvo la oportunidad de ir solo un año, y en ese año aprendió a leer y a escribir, pero no era fácil llegar a la primaria, pues había que caminar de tres a cuatro kilómetros desde su casa hasta la escuela que estaba en otra comunidad vecina.

“Recuerdo que en ocasiones se reventó el huarache en la escuela y era un suplicio regresar a casa descalzo, pues el suelo estaba muy caliente; corría de la sombra de un árbol a otra y ahí descansaba un poco para tomar energías y volver a correr por el suelo ardiente hasta llegar a la sombra de otro mezquite.”

Durante la temporada de calor, era inevitable llenarse de piojos, el irapuatense menciono que en aquel tiempo tenía una cabellera rizada, lo que dificultaba que su madre lo limpiara de los paracitos en la cabeza, entonces en la escuela a él a su hermano, los ponían en un rincón y les prohibían jugar con los demás compañeros.

Por último, José Carmen dijo que, hace poco platicó con su hermano y comentaron sobre como en aquellos años los discriminaban por ser podres, su hermano le contestó, “yo no sé porque, nos trataban así, nosotros nunca le hicimos nada a nadie”. Los papás de los compañeros seguramente les decían no se junten con ese par, comentó el hermano.

La marginación que vivió de niño José Carmen, en Irapuato, la recordó con tristeza y agradeció que a sus hijos y nietos no vivan las mismas circunstancias.

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Periódico Notus
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