Un paseo por el tiempo…las marchantitas

Lamentablemente con la llegada de la modernidad y las centrales de abasto y los inspectores de mercados, poco a poco las marchantitas van desapareciendo, triste pero real

Por: Juan José López Luna  Fotos: ADP.

Irapuato, Guanajuato.- Desde la época colonial, decenas de personas del campo, buscaron una forma de ganar algo de dinero, aparte de las miserias que les daban los hacendados por labrar las enormes extensiones de tierras de cultivo, donde más que trabajadores eran esclavos…

en los mercados de los pueblos, aparte de los puestos fijos, que eran propiedad de otros tantos ricos, cada mañana apenas clareando el día, llegaban indígenas con cajas, canastas o costales y se apostaban en hilera o fila, tendiendo su mercancía en el suelo para ofrecerla a las damas copetonas o a sus criadas para la comida o postre en sus casas…poco a poco fueron siendo identificadas como las marchantitas, pues casi siempre eran mujeres con sus niños las que vendía, dado que sus hombres se partían el lomo en los campos.

“Pásele marchantita mire no´mas que buenos nopalitos, llévelos pa´que los pruebe, mire los jitomates están maduritos, o las calabacitas y los chilitos serranos, ándele qué le damos…”, otras más allá ofrecen frutos de los árboles que rodean sus jacalitos, “duraznos frescos recién cortados, naranjas dulces para su jugos, qué le damos marchanta, mire no´mas qué bonitas las manzanas o las chirimoyas que están ya maduras y jugosas o acá tengo los membrillos y perones son bien sabrosos con limón y chilito…”.

“Quiere unos xoconoistles, cilantro,  chiles secos o chiles güeros, tomate verde pa´que se hagan un molcajeteado, llévese las papas, calabacitas y flor de calabaza pa’unas quesadillas, ándele marchantita, ora no he vendido casi nada”…”Pásele por acá marchanta, aquí tengo los palitos de ocote pa´prender el fogón, un rico pinole pa´que haga saliva, esquite fresco, tortillas hechas a mano, rábanos, frijol, maís y trigo, sal de grano y la azúcar”…

De uno y otro lado del pasillo, normalmente de tierra o empedrado, las mujeres acompañadas muchas de ellas de sus maridos o criadas, se detenían a cada paso para ver cuál verdura o fruta estaba mejor y llevarla a su mesa…”

Acá le tenemos un pescado fresco, los charales, todo recién pescado en la laguna, venga y pruébelo marchanta, también lo tenemos ya fritas las carpas y charales asados” …

“lleve sus plantitas en maceta marchantita, pa´adornar su patio y plantarlas en su jardín, también tenemos las macetas de barro y tierra de la sierra, platos, ollas y cazuelas de barro pa´su cocina” …

Todavía a principios de 1900 y hasta los años 60s era muy común y hasta tradicional que las amas de casa o las sirvientas de casas ricas fueran al mandado con sus canastas o bolsas de yute llamadas sacas, principalmente al mercadito Guerrero y la calle Roberto Fierro, al Benito Juárez, al mercado junto a la casa de La Generala,  y claro que al mercado Hidalgo en el centro, donde recorrían especialmente la fila de las marchantitas, porque vendían las frutas y verduras frescas, cortadas ese mismo día, haciendo el viaje lo mismo a lomo de burros, que en el tren llamado La Burrita, en camiones guajoloteros o a caballo…

Y para entonces surgieron los puestos de comida, donde se puede, aún, disfrutar un plato de menudo bien picoso para quitarse la cruda, un pozole mañanero, unos tamales recalentados al comal y otros fritos en aceite, más allá las gorditas de chicharrón con chile y nopalitos, otras de carne de puerco en chile negro y para desatorárselas una olla de  atole blanco o champurrado, en otros puestos se vendía la rellena con sus gorditos, huilotitas para asarse y hasta conejos enteros para caldo o asados, sin faltar las sabrosas quesadillas con diferentes guisados o con el típico chile del molcajete y de bebida canela, café de olla o una coca o Pepsi bien heladas. Lamentablemente con la llegada de la modernidad y las centrales de abasto y los inspectores de mercados,  poco a poco las marchantitas van desapareciendo, triste pero real.

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