Cuerámaro, Guanajuato.
Arturo Araujo Blanca, mejor conocido como “Tino Araujo” dejó de vivir a la edad de 37 años, cuando apenas estaba tratando de ir formando o buscando que la discapacidad física pudiera cobrar vida para lograr que sus compañeros no sufrieran ninguna distinción.
El cueramarense al igual que dos de sus nueve hermanos, nacieron con un mal congénito, es decir, distrofia muscular, que es una enfermedad que provoca que los músculos se vayan debilitando, empeorando lentamente hasta tener complicaciones en ellos.
La historia de “Tino Araujo”, comenzó en su adolescencia, cuando le detectaron la enfermedad y según su papá, Ricardo Araujo la tomó de mala forma, pues comenzó a tener problemas al caminar, al grado de tener que permanecer en una silla de ruedas.
Otra de las reacciones secundarias, fue el inmiscuirse en el alcoholismo, pues creía que era la única manera de olvidarse que iba a dejar de moverse y que posiblemente a través del alcohol, no recordaría, por qué estaba enfermo.
El hombre, después de “pasar ese trago amargo”, cambio su perspectiva de la vida y en lugar de alejarse de beber como tal, se inmiscuyó en un grupo de alcohólicos anónimos e inició junto a otras personas la asociación de personas con discapacidad.
Dichos motivos de crecimiento, al menos para su familia y amigos, cambiaron situaciones de maltrato, discriminación y rechazo en la sociedad, pues de una forma organizada, Tino se enfundó como un hombre “con muchos pantalones”.
Desafortunadamente su padecimiento lo alcanzó al igual que a sus otros dos hermanos, hace unos días dejó de vivir y con ello las esperanzas de buscar igualdad por “defectos” físicos al menos continuarán con sus amigos que aún lo recuerdan.