Tequila, una bebida muy mexicana

El tequila vuelve mágicas a las personas

Un grupo de Irapuatenses visitaron el tradicional pueblo de Tequila en Jalisco y esto fue lo que descubrieron.

¿Sabes de dónde vienen el nombre de “Tequila”? Probablemente más de una ocasión has brindado con esta aromática bebida mexicana, e incluso hasta haz hablado otros idiomas después de beber algunos tragos.

El nombre de “tequila” viene de la lengua náhuatl “tequillan” o “tequitlan” que en español significa “lugar de la piedra que corta”.

Según Arnulfo Rubio habitante del pueblo de Tequila contó la historia de cómo surgió este nombre para el pueblo que hoy se llama Tequila en el estado de Jalisco.

Arnulfo Rubio, guía turístico.

Arnulfo comentó que, los indígenas tenían por costumbre ir a dejar ofrendas a sus dioses en el volcán que se encuentra en las inmediaciones del pueblo; este volcán cuando hizo erupciones hace se encontraba rodeado de cuerpos de agua, por lo que, la lava caliente al entrar en contacto con el agua fría hacia una reacción que provocaba que la lava se solidificara y se convirtiera en una piedra muy brillante, pero a la vez muy filosa conocida como obsidiana.

Los indígenas al subir por el volcán e ir a dejas las ofrendas a sus dioses, generalmente lo hacían descalzos, por lo que, al regresar de la ceremonia, llegaban con los pies sangrando, debido a que el piso esta lleno de esta piedra brillosa que les causaba heridas en los pies. De ahí el nombre de “lugar de la piedra que corta”.

Arnulfo continuó contando que cuando llegaron los españoles castellanizaron el nombre y al pueblo lo bautizaron como “Villa de Santiago de Tequila” y posteriormente fue conocido simplemente como Tequila.

Pero ahora surge la pregunta ¿cómo surgió la bebida extraída del agave? Victoria González conto que hay una historia que cuenta como es que nació el “tequila”.

Victoria contó que una disputa entre dos personas, por una piña de agave, los llevó a decidir que lo mejor era partirla a la mitad y que cada quien se llevase su parte, al llegar a su casa uno de ellos dejó la mitad de su piña en las afueras de su vivienda.

Al caer la noche una tormenta eléctrica se desató y un rayo cayó sobre un árbol, el fuego fue tan fuerte que derribó el árbol encima de la mitad de la piña que había quedado afuera de la casa, cociéndola.

Una vez acabado el fuego varias personas se dieron cuenta que se desprendía un olor muy peculiar, “era el agave cocido” así que decidieron comerlo y sorprendentemente les gusto el sabor de la piña de agave quemada.

Así que comenzaron a cocer piñas de agave para comerlas, en hornos fabricados de piedra volcánica, pero el calor era tan fuerte y las piñas tardaban hasta siete días en estar bien cocidas que en alguna ocasión una persona perdió la vida al entrar en el horno, dijo Victoria.

Otra acción, cocieron muchas piñas y no alcanzaron a consumirlas todas, así que decidieron guardarlas en una bodega, lo que provocó que se fueran fermentando las piñas y se crearan los alcoholes producto de las reacciones químicas.

Al probar las piñas ya fermentadas le gusto tanto el sabor que siguieron comiendo, pero al pasar el tiempo se dieron cuenta que comenzaban a ver a sus dioses, “los dioses entran en nosotros al comer el agave fermentado”.

Por lo tanto, para los indígenas el estar “borracho” es que los dioses se están apoderando de ellos, el tequila es una “bebida espirituosa” porque los espíritus de los dioses entran en los cuerpos de las personas, se apoderan de ellos y los hacen hacer cosas que normalmente no hacen en su sano juicio.

El callado se vuelve hablador, el tranquilo pelea, el gritón se calla, así pues, el tequila tiene la peculiaridad de volver “mágicas” a las personas.

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