¡Si es dolor lo que sientes…no es amor lo que vives!

El amor ha pasado de moda, la confianza, la comunicación, el establecer lazos fraternos y duraderos paso a segundo término, la sociedad se centra cada vez más en amores líquidos y pasajeros

Lic. Psic. Andrea Julieta Herrera Saldaña.

Es cada vez más común escuchar el nombre de relación tóxica a una relación considerada como violenta, qué no solo aplica para el noviazgo pues también existe en el ámbito social y familiar y se hace cada vez más normal el prohibir, insultar, revisar e incluso engañar como una rutina diaria, o como vulgarmente se menciona “está de moda”, las parejas en la actualidad rompen vínculos, ya no se ocupan en arreglarlos pues consideran una pérdida de tiempo.

El amor ha pasado de moda, la confianza, la comunicación, el establecer lazos fraternos y duraderos paso a segundo término, la sociedad se centra cada vez más en amores líquidos y pasajeros, donde si se termina, se da paso al siguiente, si no funciona no pasa nada, vendrán más y mejores o en algún caso peores.

El control de amigos, salidas, redes sociales, contraseñas entre otras consideradas muestras de amor, saber y conocer todo de tu persona por que te amo, me importas y necesito estar informado de los pasos que das, con quienes hablas o te relacionas llamándolo puro y desinteresado amor.

Frases trilladas como ¡Por qué te quiero te celo!, ¡Me preocupo por ti!; ¡Por eso te digo como vestir, ¡Nadie te va a querer como yo!; son solo algunas de las tantas que encontramos en la actualidad, poder reconocer que estamos en una situación de violencia es complicado y más aún el poder salir de esa relación.

La justificación en la familia de un maltrato argumentando si te pego es porque te quiero, en mis tiempos era peor y nos criamos siendo personas de bien, cuando los consultorios psicológicos se encuentran llenos de pacientes con ansiedad, depresión, carentes de amor propio y autoestima ocasionados por una infancia llena de maltratos y golpes a manera de una educación aparentemente “buena”.

Ocasionando la repetición de pautas interacciónales de forma constante en cada generación, donde el actuar se ve justificado por “Es la cruz que me toco cargar”, desencadenando una serie de eventos constantes y repeticiones de conducta en cada hogar.

Relaciones sociales con poder y control de amistades, incitando a realizar conductas poco o nada agradables como: ¡Si eres mi amigo debes dejarle de hablar a alguien más!, ¡Los amigos siempre se apoyan en todo!, entre muchas otras cuestiones de sometimiento y abuso, que solo degradan la autoestima viendo afectadas relaciones posteriores

La violencia se presenta en todos los ámbitos y de todas las formas, minimizar palabras hirientes o conductas violentas solo contribuye a incrementarlas y convertirnos en victimas constantes de actos que sobrepasan los límites, dejando fragmentada nuestra persona.

Comentarios constantes de ¡Mi amor lo va a cambiar!, ¡Es así porque sufrió mucho en su infancia!, ¡Lo hace porque me quiere!, ¡Es su manera de demostrarme su amor!, como forma de cegarnos ante maltratos y agresiones enmascaradas de un supuesto cuidado y amor, donde creemos ser salvadores de nuestras parejas, amigos y familia con la ilusión de cambios mágicos que resolverán todo.

Los discursos de poder impregnados en canciones, spots y en la vida cotidiana de creer que el amor es golpes, celos, control, así como los cuentos de hadas que sugieren el amor eterno y el vivieron felices para siempre encontrando el príncipe o la princesa perfecta, cuando jamás nos dicen que también lucen desaliñados, que se enojan pues como todos somos humanos y por consiguiente con imperfecciones.

Donde un aprendizaje cotidiano insertado desde pequeños como excusa para continuar en relaciones de violencia, justificado por ideas o creencias de que jamás podremos continuar solos, que es mejor aguantar que fracasar, que a todo debes de aceptar para ser querido, que pongas la mejilla izquierda si ya te dio en la derecha, incluso sobre pasando los límites de mi persona.

Ponerme de tapete ante los demás para agradar y obtener una pizca de reconocimiento a falta del que no tuve en la infancia, obteniendo más de los mismos desplantes y poca aceptación de sí mismo deteriorando mi percepción de forma constante.

Es necesario aprender a poner limites, respetarme y sobre todo amarme, saber reconocer que NO es amor y cuando está sobrepasando los límites, darme cuenta de lo que valgo y lo que merezco, así como de lo que soy capaz de lograr por mi mismo sin necesidad de mendigar migajas de un supuesto amor que en realidad es violencia.

“Vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor…pero la violencia es practicada a plena luz del día”.
(John Lennon)

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