Opinión.- Con frecuencia y por ignorancia, satanizamos las ocasiones en que una persona o grupo tiene que dar pasos atrás para poder avanzar.
Por ese mismo motivo ocultamos los pasajes de la vida en los que hemos tenido que retractarnos sobre las decisiones que hemos tomado, y que nos han llevado a estar en condiciones aparentemente desventajosas.
“Retroceder nunca; ni para tomar impulso”, tampoco es absolutamente válido.
La frase anterior puede resultar de gran valía en determinados casos, como aquellos en los que quien ejerce un liderazgo debe mostrar entereza, para evitar que cunda el desánimo o cobardía entre los individuos que le siguen y conforman un frente.
Retroceder o avanzar son, pues, producto de una visión lineal o limitada de la realidad.
Ciertamente la vida es compleja y caótica, de tal manera que el atrás o adelante son sólo puntos de referencia que corresponden a situaciones planas; no obstante, nos olvidamos que ni la vida, ni lo que está en torno a ella lo es.
A veces confundimos al recogimiento con el acto de retroceder, pero olvidamos que aquél significa retirarse, apartarse de lo que nos distrae y centrar nuestra energía en la profundidad de nosotros mismos, y si revitalizarnos así esa dimensión, mejor.
Hace poco conversé con un amigo que después de un par de años, y debido a la situación económica que se vive en el país, decidió mudarse a un apartamento más sencillo y más pequeño. Me compartió que algunos de sus amigos le externaron su preocupación por considerar que no es un buen síntoma para la imagen de una persona exitosa como él.
Al respecto, mi amigo me comentó que ese aparente retroceso en realidad era la oportunidad para ahorrar, pero lo más importante es que se trata de la ocasión para volver a sus orígenes (en cierta forma), y con ello reevaluar lo que ha hecho en los últimos años.
Me dijo algo interesante: “a veces estamos tan ocupados tratando de tener más, en esa visión lineal de las cosas, que descartamos la vía de retroceder para avanzar”.
La dificultad de tomar la decisión del aparentemente retroceso consiste en que debemos esperar a que transcurra el tiempo para que confirme el auténtico avance que dejó un acto así.
En el famoso tratado sobre tácticas y estrategias militares, El Arte de la Guerra, el célebre estratega chino Sun Tzu, sostuvo que “los que no avanzan cuando deben avanzar y los que no retroceden cuando deben retroceder, serán decapitados”.
Atendiendo a las palabras de Sun Tzu y las consideraciones que le compartí inicialmente, habría que abrirse a la posibilidad de saber avanzar, retroceder, ir a los lados, hacia arriba o hacia abajo y, por qué no, para todas las direcciones en que sea necesario, las veces que se requiera, si ello implica progresar individual y colectivamente.
Observe que cuando digo que tenemos que aprender a desplazarnos en todas las direcciones estamos asumiendo las bondades de aprender a vivir en el caos y asumir formas de pensamiento complejas y aparentemente desorganizadas.
Cuando incorporamos a nuestra forma de ser la posibilidad de ir en todas las direcciones -aún a aquellas que se consideran retrocesos en nuestro andar-, pueden ser en realidad márgenes de operación originadas en la flexibilización de nuestro pensamiento.
Así que, caro lector, no se abrume cuando aparentemente hubo un retroceso en su estrategia de vida, si usted está convencido de que dentro de un tiempo quedará claro que fue lo necesario para progresar.
“Hay que aprender a reconsiderar los pasos vertidos,
porque la vida es tan compleja
que los actos de retroceso o avance
corresponden a una visión limitada y lineal”.
Abel Pérez Rojas
Abel Pérez Rojas (abelpr5@hotmail.com / @abelpr5 / facebook.com/PerezRojasAbel) es poeta, comunicador y doctor en Educación Permanente. Dirige: Sabersinfin.com