¿Te has dado cuenta que entre más edad alcanzamos, reímos con menos frecuencia?, ¿Recuerdas cuándo fue la última vez que reíste a carcajadas?
Resulta que al llegar a la adultez nos dedicamos a forjar nuestro porvenir y eso nos lleva a adquirir día con día más responsabilidades; nos dedicamos a trabajar, hacemos planes, proyectos, logramos alcanzarlos y nos fijamos nuevas metas y claro que eso es bueno, de eso se trata la vida, de crecer y forjarnos un mejor futuro, además si con ello logramos progresar en lo económico, ¡De lujo! cada logro nos llena de satisfacción.
Trágicamente la cotidianeidad de la vida nos absorbe de tal manera que nos olvidamos de divertirnos, de disfrutar y hasta de algo tan simple como sonreír, andamos de acá para allá, a toda prisa con nuestra mente en el trabajo y los quehaceres, nos enoja el tráfico y que las cosas no resulten como las planeamos y rematamos con los demás aun que nada tengan que ver con nuestros problemas.
Hoy te propongo algo ¡Regala una sonrisa! Esa pequeña acción puede cambiar tu día y el de las personas que te rodean, una sonrisa hermosea el rostro y no cuesta nada; hoy ríete a carcajadas, regálate una sonrisa mirándote al espejo y redescubre lo bien que te hace ver y sentir… disfruta otra vez como cuando niño, olvida por un momento lo que se siente ser adulto y transpórtate sonriendo a donde desearas estar.
¡Sonríe, siempre sonríe! Y proponte todos los días a regalar a todos una gran sonrisa.
Exacto no cuesta nada y se gana mucho. Sonreír no sólo a las personas que conoces también a las desconocidas que te topas en la calle. Los problemas y contratiempos en algunas ocasiones son variables independientes, no las podemos controlar pero lo que si podemos, es NO ENGANCHARNOS de los problemas para que no sean ellos los que dominen nuestros actos y pensamientos.