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Puentes intergeneracionales para la paz

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“El diálogo vivifica,
porque entre palabra y palabra
nos llevamos parte del otro
y dejamos algo de lo que somos”.
Abel Pérez Rojas

Opinión.- Ante la agobiante andanada de hechos sangrientos a lo largo y ancho de nuestro país, resulta difícil encontrar vías alternativas para su pacificación.

Como la realidad se aborda unidireccionalmente – o al menos así se nos hace creer-, resulta obvia la pertinencia de mayor número de policías, mejor armamento, penas más severas y “ataque frontal al crimen organizado”.

Pero lo anterior es precisamente una visión limitada de la situación.  Percepción derivada de no considerar que estamos frente a una situación multifactorial, compleja y de raíces que pueden rastrearse e identificarse perfectamente en la historia.

Como eso se difunde una y otra vez, se llega al punto de sostener tal visión como eje de Estado, ese mismo que clama por la reestructuración del tejido social , pero que no toma en serio a quien  se atreve a plantear como sendas de pacificación: el restablecimiento del diálogo, el rescate de la convivencia humana, la visibilidad de puentes intergeneracionales, entre otras vías coadyuvantes a las estrategias en el ámbito legal, político, económico y de seguridad pública que no deben postergarse.

Todo lo anterior pasó por mi mente cuando, con motivo del hermanamiento de barrios con vocación educadora, se reunieron para fraternizar el pasado fin de semana en el Barrio del Carmen de la ciudad de Puebla, artistas de Puebla, Oaxaca y Veracruz.

Con admiración la audiencia reconoció el esfuerzo de Vicente Barrera Aguilar, cronista de Otatitlán, Veracruz, quien a los noventa años de edad con claridad de pensamiento explicó cada detalle del llamado “Cristo Negro”, orgullo religioso y cultural de su municipio.

A la par y como una forma de explicitar que sí es posible establecer diálogos intergeneracionales, Sara Gardenia Bartolo, la adolescente mazateca oriunda de San Miguel Soyaltepec, Oaxaca, explicó cada uno de los detalles de su vestuario indígena y platicó por qué está casada con la idea de difundir el patrimonio cultural de su tierra.

Los postulados de los pueblos indígenas y los derechos humanos que vivifican la cultura de paz cobran vida con tan sólo ver a Vicente Barrera y a Sara Gardenia  juntos, cada uno hablando de lo suyo, cada uno orgulloso de lo que son, cada quien tratando de dar un poco de sí y en la medida que dan se llevan más de lo que pueden dejarnos.

Sin mediar palabra al respecto, pero con la firmeza que da unirse en lo profundo, pasa por mi mente y circunscribo al contexto la definición de cultura de paz de las Naciones Unidas:

“la cultura de paz consiste en una serie de valores, actitudes y comportamientos que rechazan la violencia y previenen los conflictos tratando de atacar sus causas para solucionar los problemas mediante el diálogo y la negociación entre las personas, los grupos y las naciones”.

Estoy convencido de que espacios como estos hacen su tarea y ponen su contribución para pacificar primero la mente y corazón de los participantes y a la par de quienes les rodean.

¿Qué le parece?

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