Irapuato, Guanajuato. – Con 78 años de edad, Lilia Ruiz es una verdadera “leyenda” en el mundo de los alfeñiques, durante más de cinco décadas, esta alfeñiquera ha sido parte fundamental de la “tradición dulcera” en Irapuato, transmitiendo su amor por estas delicias de azúcar de generación en generación.
La historia de Lilia en el arte de elaborar alfeñiques es una de familia y legado, pues fue su suegra quien le enseñó los secretos de la creación de estas golosinas, y desde entonces, se ha dedicado a perfeccionar la receta y mantener viva una tradición que ha sido parte integral de la cultura local durante siglos.
Sin embargo, Lilia lamenta que los tiempos han cambiado drásticamente desde que comenzó su negocio, “ya no se vende igual que antes”, confiesa con nostalgia. “Antes, cuando nos poníamos en el ‘convento’, éramos pocos y teníamos un mercado casi asegurado, pero ahora, con tantos puestos y competencia, es una batalla constante”.
El mayor desafío es la evolución de los gustos de la niñez actual, ya que Lilia nota que los niños de hoy en día ya no sienten la misma “fascinación” por los alfeñiques que solían tener, prefieren los juguetes modernos, como máscaras, pistolas y disfraces, en lugar de las tradicionales golosinas que son una tradición muy bonita que no se debe de perder.
A lo largo de su trayectoria, Lilia Ruiz ha visto como los puntos de venta de alfeñiques se han trasladado de un lugar a otro en Irapuato, del “convento” a la Rinconada, pasando por las carnicerías y San José, hasta llegar a la plazuela, donde compartía espacio con un grupo reducido de alfeñiqueras, “allí, las ventas eran más rápidas porque había menos competencia, incluso nos daban menos tiempo para vender porque se acababa todo muy rápido”, recuerda.
Lilia Ruiz sigue firme en su compromiso de mantener viva la tradición de los alfeñiques, ofreciendo dos tipos diferentes de estas delicias: los elaborados con azúcar glas y los hechos con azúcar granulada cocida, ofreciendo opciones para los diferentes gustos de sus clientes.
Lilia es madre de seis hijos y junto con su esposo, sacaron adelante a su familia gracias a su dedicación y esfuerzo en el negocio de los alfeñiques, su historia es un testimonio vivo de la importancia de preservar nuestras tradiciones y del valor del trabajo arduo para mantenerlas vigentes en un mundo en constante globalización.
Además, menciono que mientras ella tenga la fuerza y la pasión por su oficio, seguirá “endulzando” los corazones de quienes buscan la autenticidad de los alfeñiques de Irapuato, recordándonos a todos la importancia de valorar nuestras raíces.