La agenda de Samantha Smith no contemplaba acompañar a la presidenta Claudia Sheinbaum. Tampoco esta previsto que la presidenta municipal de Silao, Melanie Murillo, estuvieran con la mandataria, pero los oficios de la gobernadora Libia Dennise García Muñoz Ledo hizo que ambas pudieran aparecer en la gira, aunque de manera discreta.
Al ala azul no le pareció justo que el presidente municipal morenista de Celaya, Juan Miguel Ramírez Sánchez sí estuviera en el acto que Sheinbaum Pardo y la gobernadora encabezarían en Celaya. Se aplicó el “todos coludos o todos rabones”.
En el caso de la capital, la presidenta de la república y la gobernadora del estado aprovecharon para lucir sus porras y darse su baño -de pueblo, la primera- y de gente, la segunda. Samantha entró por una puerta posterior y las esperó en el hospital. Luego se tomaría una selfie con las mandatarias.
Afuera estaba Alejandro Navarro, esposo de Samantha y expresidente municipal, quien fue increpado por el bando morenista que había sido llevado a echar porras a Claudia.
El primer amo de casa del municipio tenía que ir para gritar a los cuatro vientos que durante sus dos periodos de gobierno se logró que el proyecto se hiciera realidad. Mirar lo que considera obra de su gestión bien le valieron haber pasado el mal rato de gritos de “¡ratero!” o otros insultos que le prodigaron los enfurecidos cuatroteístas.
