Guanajuato, Gto.- Para el Lic. Andrés Fuentes Basurto, Promotor del Área de Conservación de la Coordinación del Archivo General de la Universidad de Guanajuato (UG), es un placer más que un trabajo su diaria labor de restauración de libros antiguos.
Desde hace ocho años, el Licenciado en Restauración en Bienes e Inmuebles por la Escuela de Conservación y Restauración de Occidente de Guadalajara asiste a su privilegiado lugar de trabajo: la Biblioteca “Armando Olivares”, en el Jardín Reforma de esta capital.
Actualmente, junto con su compañera Susely Hernández Pérez, egresada de la Licenciatura en Artes Visuales de la Universidad de Guanajuato, se especializan en rescate del documento cultural en soporte de papel.
En entrevista, el Lic. Fuentes explicó que la estrategia para la restauración de los documentos que preserva la Coordinación del Archivo General, se basa primero en un diagnóstico previo, se identifica el material que se va a restaurar y, una vez en el taller, en un promedio de un mes se restauran alrededor de cuatro volúmenes.
Claro que depende del tipo de deterioro, por ejemplo en este momento, se está interviniendo el Fondo del Dr. José María Luis Mora, y en esa colección se seleccionaron los libros que tenían problemas de apertura y roturas en el lomo para poderlos devolver al estante y que sean de nuevo útiles para consulta.
Al respecto informó que la Biblioteca “Armando Olivares”, que tiene un acervo aproximado a los 60 mil volúmenes; cuenta con el resguardo de alrededor de dos mil volúmenes de la colección Dr. Mora, que se encuentra fragmentada, pues hay una parte aquí y otra en la ciudad de México, pues el historiador y político mexicano era ávido de las ciencias humanas y políticas.
Del acervo total, indicó, un 90 por ciento de los libros requieren de algún tipo de intervención, algunos de muy bajo impacto, otros intervenciones más fuertes; para lo cual se hacen intervenciones para el lavado de papel cuando se manchan por ejemplo, con lodo, hongos o bacterias, se lavan con soluciones especiales y se reintegran a una encuadernación.
Se han hecho también refuerzos o injertos en papeles históricos que tienen grabados o documentación que ya no se puede encontrar y se han completado también intervenciones en soporte de pergamino.
Confirmó que alrededor de la biblioteca hay mucha fauna y flora nociva: roedores e insectos que depredan el papel y otros insectos menores que anidan dentro de los libros. Para ello se lleva un programa de control de plagas y se limita el acceso de estas faunas y, por fortuna no se ha tenido ningún percance.
Buscaron una estrategia amigable con el medio ambiente, y encontraron una empresa española, especialista en resguardo de papeles históricos contra la fauna nociva, que ha dado excelentes resultados.
Para la restauración, explicó, se tiene que hacer también una pequeña investigación histórica y, una vez teniendo las partes sanas, se reconstruye atendiendo a la técnica de construcción en la cual se elaboró el documento, e incluso, si se tiene el recurso, se pueden conseguir algunos elementos decorativos de época.
Pero básicamente es la estabilización, dijo, “y se respetan mucho las marcas que dejó el tiempo, nunca se pretende modificar, sino como con la gente que tiene cicatrices, se respetan al ser marca de su historia y además lo identifica como único”.
Al respecto ejemplificó que hay un libro de Hipócrates que tiene deterioro por manchas de sangre, lo cual infiere que fue utilizado posiblemente en algún proceso de operación, tal vez que el médico lo tenía consigo en ese momento y, aunque la mancha se podría eliminar con procesos de lavado, no se hace porque es evidencia de su historia.
Puntualizó que para cualquier restauración, todas las decisiones son colegiadas, nadie tiene una palabra final sino que entre diversos especialistas se toma la decisión, es decir, entre el Coordinador del Archivo General, el Promotor de las Áreas del Resguardo, restauradores, especialistas, historiadores y, a veces, químicos y biólogos.
Dio a conocer que trabajan dos acervos en este momento: el de la Biblioteca “Armando Olivares” con una desinfección fúngica y el del Archivo Histórico con la preparación y refuerzos del material que se va a exponer en fechas posteriores en el Museo del Palacio de los Poderes.
Los procesos en este caso, son aplicar refuerzos con papel japonés y adhesivo a base de almidones purificados, intervención que permitirá que el objeto se pueda manipular y colocarlo en vitrinas sin que vaya a tener un deterioro mayor.
Informó que existe la conservación preventiva que permite desacelerar los procesos de deterioro con estrategias como la elaboración de “guardas” de papel diseñado para absorber químicos nocivos, con cajas hechas a mano, en donde quedan los libros hasta el momento de su intervención y así se evita también que afecten libros aledaños.
El Lic. Fuentes comentó también que en su área se trabaja la madera, vidrio, oleos, minerales y textiles, por ejemplo un bloque de llaves de la colección del Ing. Ponciano Aguilar, que datan del siglo XIX, que llegaron unidas y ahora se han logrado limpiar en su totalidad a través de restauración química y micro excavación para liberarlas del óxido y tierra.