“La Virgen de Tangamanga salvó a nuestro hijo”

La fe que salva: el milagro de la Virgen de Guadalupe–Tangamanga en la familia Aranda

Manuel Doblado, Guanajuato.- En lo alto del cerro de Tangamanga, en el municipio de Manuel Doblado, donde cada año miles de peregrinos ascienden entre terracería, magueyes y sol para venerar a la Virgen de Guadalupe, la familia Aranda guarda un testimonio que, aseguraron, nació del milagro.

María de la Luz y Rubén Aranda han visitado este santuario “desde que tienen memoria”. Él recuerda bajar el cerro caminando desde niño; ella, subir descalza para cumplir una manda cuando su padre estuvo al borde de la muerte. Ahora, con tres hijos pequeños, siguen acudiendo cada año a agradecer los favores recibidos.

Pero ningún agradecimiento pesa tanto en su corazón como el que entregan por su hijo menor, un bebé que, afirmaron, fue salvado por la Virgen de Guadalupe de Tangamanga.

“Todo el embarazo estuve enferma”, contó María de la Luz. Su hijo, aunque nació a término, tenía el aspecto de un bebé prematuro debido a múltiples complicaciones que la madre padeció durante los nueve meses de gestación, al nacer el pequeño su vida estaba en riesgo pues una neumonía severa afectó su salud.

“Los doctores no me daban esperanza de él”, recordó la madre. “Yo le pedía mucho a la Virgen que me lo recuperara… que se salvara”. El niño empeoraba y la familia se preparaba para lo peor.

Fue entonces cuando María de la Luz hizo una manda: subiría hasta la capilla de la Virgen de Guadalupe-Tangamanga hincada, con veladoras y rosas, si su hijo sobrevivía.

Contra los pronósticos médicos, el bebé comenzó a mejorar. Se estabilizó. Respiró mejor. Y más tarde, fue dado de alta.

“Gracias a ella”, ahí anda el mundo”, dijo la madre del pequeño; un año después, la familia regresó al santuario, con su hijo sano y salvo, vestido de “Juan Dieguito”, como ofrenda de agradecimiento por su recuperación.

En la ermita de Tangamanga abundan los trajes de bebé que las familias cuelgan en agradecimiento: madres que no podían concebir y lo lograron, niños que sanaron, embarazos que se lograron completar. “La Virgen es muy milagrosa”, afirmó Rubén, quien también suele encomendarse antes de viajar a Estados Unidos y regresa a agradecer cuando vuelve con bien.

Ambos han visto llegar a familias completas, peregrinos descalzos, jóvenes de rodillas, madres con sus bebés en brazos que suben paso a paso por el camino empinado. “No es tanto lo lejos —dice María— sino la subida… y hincada, cala más”.

Aun así, las rodillas en el suelo parecen valer cada centímetro cuando se trata de agradecer lo que consideran un acto divino.

Para la familia Aranda, el santuario de la Virgen de Guadalupe-Tangamanga no es solo un sitio de fe, sino el lugar donde su hijo volvió a la vida. Donde la esperanza, contando con poco apoyo médico, se aferró a la devoción.

“Uno sabe lo que pide y uno viene a dar gracias”, concluyó María de la Luz.

En cada paso, cada vela y cada plegaria, su historia se suma a las tantas que encuentran en este sitio un refugio, un consuelo… y un milagro.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Back to top button
Periódico Notus
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles. Aquí más información