Irapuato, Guanajuato.- La Capilla o Templo de San Antonio, ubicada en la intersección de Torres Landa e Independencia, es el único vestigio del primer panteón público de Irapuato. El panteón, fue inaugurado aproximadamente en 1835, surgió como respuesta a la saturación de los panteones del centro, afectados por una epidemia de cólera en aquellos años.
El panteón de San Antonio fue utilizado para servicios funerarios hasta 1876, año en que cerró sus puertas debido a otra ola de cólera que azotó la villa. La capilla, construida en el mismo periodo, recuerda las pequeñas misiones erigidas durante la evangelización de México, y su construcción data de entre 1835 y 1840.
Una vez clausurado el panteón, el templo pasó a ser un lugar de culto para la comunidad. Aún era visitado en 1920, cuando se cerró definitivamente, y en 1929 se construyó en su lugar el estadio Álvaro Obregón, que abarca las calles actuales de Torres Landa, Independencia, Juan Cano y Andrés Figueroa.
Inicialmente, se contempló la demolición del templo para dar paso al estadio. Sin embargo, gracias a la insistencia de los vecinos y de doña Elena Barragán, conocida como “La Generala”, esposa del general Jaime Carrillo, el templo fue conservado.
La historia del Templo de San Antonio no estuvo exenta de tragedias. En 1973, una inundación destruyó el edificio, llevándose consigo la imagen original de San Antonio de Padua, de inicios del siglo XIX. Vecinos, con gran esfuerzo, rescataron la imagen, amarrándola a un árbol hasta que el agua retrocedió.
La reconstrucción del templo comenzó en 1974, resultando en un diseño muy diferente al original. En 1979, el templo sufrió un recorte debido a la ampliación de la calle General Anaya, transformando aún más su estructura.