Irapuato, Guanajuato.- Luego del auge industrial que se suscitó en la ciudad después de la Revolución, en el año de 1921 trabajaban en la ciudad 22 establecimientos industriales. Empresas viejas como la “Tenería de Irapuato”, la “Fundidora de Fierro”, la “Carrocería de J.L Fox” o la “Fabrica de Jabón” de don Evaristo R. Cortés, registraron capitales superiores a los 30 mil pesos. Asimismo otras como cigarreras o las de aguas gaseosas eran más bien fábricas pequeñas.
En 1922 las actividades de pequeña escala surgieron para aminorar la carencia de alternativa de trabajo, don Pedro Vargas Covarrubias fundó “Fresva”, empresa productora de mermelada y fresas cristalizadas, pionera de la industria fresícola. Sus productos de vendían en Irapuato así como fuera de la región: Guadalajara, México, la Costa del Pacifico, e incluso Estados Unidos.
Se fundó además una empresa importante y perdurable, la “Irapuato Shoe Company”, S.A. mejor conocida como “Isco”, misma que inició actividades en 1922. La empresa contó desde el inicio con un local propio, trajo maquinaria adecuada y tuvo una organización “moderna” de la producción. Trabajaban alrededor de 120 personas que producían aproximadamente 200 pares diarios.
La “Isco” contrataba sobre todo jóvenes entre 17 y 30 años de edad, las mujeres pos su parte no pasaban de unas 15 o 20 cuando se empezó a elaborar zapato de mujer, ellas eran quienes los decoraban.
La importancia de la mujer en el auge industrial
Pero fue en otras actividades en las cuales se forjaron las trabajadoras de los años veinte. La notable reactivación de la economía Irapuatense, influyó de gran manera la presencia y experiencia de esas niñas que habían comenzado a trabajar en la cigarrera de don Pancho Estrella y don Emeterio Padilla. Esto las familias no lo vieron con buenos ojos, que las niñas jóvenes salieran a trabajar. Esto a pesar de que el costo de vida de una familia obrera en Irapuato estaba entre los más bajos de Guanajuato.
Dicha información fue obtenida de una investigación realizada por Patricia Arias en el libro de su autoría “Irapuato el Bajío Profundo”, mismo del que se desprende dicha información.