Por: MakaBrown
La “Chikis” era una mínima joven, pero “en edad de merecer”. Y eso lo sabía perfectamente “El Negro”. Todas las noches la acechaba esperando el momento exacto para declararle su amor. Y con mayor razón, ya que no había más gatos por el barrio, podría decirse que era el gato macho alpha, líder de la colonia… el único. Y al no haber más competencia, la “Chikis” pronto caería en sus garras.
La “Chikis” no era una gata normal. Pasar tanto tiempo junto a la ventana, observando a los perros callejeros y esperando la visita de su amado, consiguieron dos cosas. Una, que gruñía como si fuera un perro, de hecho, solamente le faltaba ladrar. Y por otra, hacerla una eterna enamorada.
La luz del sol le calaba en sus pupilas que se dilataban y no podía dormir sus dieciocho horas de ley. Un día, la Chikis veía videos de los avestruces, y desde ese momento, cubría su cara, echándola hacia abajo, cubierta por sus patas, como si estuviese rezando, para que no le molestara la luz y poder dormir tranquilamente.
Una tarde cualquiera, a un pequeño ratón se le ocurrió meterse a la casa. ¡No lo hubiera hecho!. La Chikis sacó su instinto de cazadora y el pobre ratón llegó hasta el fondo de su panza.
La niña aquella, de nueve años la regañó. ¡”Chikis”, te comiste el ratón!, ahora cómo lo vas a sacar. Lo que no sabía la niña era que “El Negro” ya había hecho de las suyas. La panza de la Chikis creció tanto como sus tetitas. Parecía que iba a explotar.
Con este calor, la pequeña minina simplemente no se hallaba. Se acostaba en el fresco suelo esperando explotar. La niña le preguntó a su mamá que si la gata tendría gatitos… Buscó en YouTube “Música relajante para gatitas embarazadas” y le puso los audífonos.
Luego de un rato…. la gata explotó. Tuvo cuatro… ¡ratoncitos!
-¡Te lo dije “Chikis”, te lo dije!. Era un ratoncito negro (como su padre), uno blanco con negro (como su madre) y dos blancos que nunca se supo de dónde… tal vez de los abuelos.
Pasaron los días y los ratoncitos comenzaron a abrir sus ojos. Las orejas redondas se hicieron en forma de triángulo y … comenzaron a convertirse en lindos gatitos.
Desde ese día, la niña sabe que las gatas tienen que comer ratoncitos, y que con los días se van convirtiendo en bellos gatitos.