A medida que se avanza en la edad, es frecuente tener trastornos del sueño; existen reportes que señalan que entre 32 y 45 por ciento de los adultos mayores sufren de alguna alteración en los patrones de sueño. Estas perturbaciones han sido asociadas con mayores tasas de problemas de salud mental y física, deterioro cognitivo e incluso mortalidad. Por esta razón la comunidad científica realiza esfuerzos para lograr superar estas alteraciones; orientados a tal fin, un grupo de investigadores de la Universidad Northwestern de Chicago, realizaron un estudio cuyo resultado revela que el secreto para dormir bien, es tener una buena razón para levantarse la mañana siguiente.
El estudio encontró que las personas que sentían tener un propósito fuerte en la vida, sufrían menos insomnio y trastornos del sueño y como resultado, descansan mejor en la noche. El neurólogo Jason Ong, académico de la Escuela de Medicina de la UN y autor principal del estudio expresó: “En una población en la que cada vez es más frecuente el insomnio, ayudar a las personas a cultivar un propósito en la vida, podría ser una estrategia efectiva para mejorar la calidad del sueño, sin necesidad de recurrir a somníferos.”
En la vida, tener un propósito es uno de los factores principales que intervienen en el bienestar psicológico positivo. Esta noción se conceptualiza como el propio sentido de significado y direccionalidad en la vida, el cual incorpora esencialmente aspiraciones y metas para el futuro, además de la sensación de que las experiencias en la vida son significativas.
Más de 800 personas con edades comprendidas entre 60 y 100 años participaron en el estudio. Los participantes completaron un cuestionario de 32 ítems en los que se evalúa la calidad del sueño y los síntomas de alteraciones comunes como la apnea del sueño, el síndrome de piernas inquietas y el trastorno del comportamiento REM. El nivel del propósito en la vida de los sujetos de investigación, fue evaluado basándose en las escalas de bienestar psicológico de Ryff y Keyes.
Es sabido que los problemas de salud y el estilo de vida afectan al sueño; la obesidad, el consumo excesivo de alcohol y bebidas azucaradas, el tabaquismo, la falta de actividad física, el estrés, las preocupaciones financieras y rutinas diarias que implican largos traslados, se encuentran entre los desencadenantes más frecuentes de los trastornos del sueño. Considerando estas variables y una serie de factores como edad, sexo, raza y educación, los investigadores pudieron determinar que las personas que presentaban mayores niveles de propósitos en la vida tenían una mejor calidad de sueño.
Los investigadores señalan que aunque el estudio se realizó en adultos mayores, los hallazgos podrían ser aplicados a personas de todas las edades, por lo que ya se encuentran realizando los preparativos para indagar si las terapias basadas en la atención plena para mejorar la noción de propósito, pueden mejorar la calidad del sueño.