Pénjamo, Guanajuato.- El Jardín de Armas Ana María Gallaga en Pénjamo enmarca la historia y el misticismo del nacimiento del padre de la patria, Don Miguel Hidalgo con una parte de la simbología que se formularon desde su creación, todas ellas a partir del número ocho.
El 16 de septiembre de 1929, el jardín Pénjamo o de Armas como se le conocía en un principio, vio uno de los pasajes más grandes en su creación, pues en esta fecha fue inaugurado, según la información dada a conocer por Arturo Castillo, historiador de la ciudad.
Rosalío Echeverría Prado, un afamado arquitecto, ingeniero y poeta originario de Pénjamo, en el año 1915 tuvo la idea de concebir los primeros lineamientos con los que iba a elaborar el proyecto del nuevo jardín.
Por esta razón, el jardín se construyó alrededor del kiosco principal; para su elaboración se utilizó cantera del poblado de Magallanes, una serie de detalles que tenían como figura principal el número 8, como un símbolo alusivo al nacimiento del padre de la patria, el cual había llegado al mundo el 8 de mayo de 1753.
Previo a este espacio, el Jardín Municipal se ubicaba frente al mercado y lucía como la Alameda, en la que las familias de las altas esferas sociales se codeaban y en aquella época españoles y árabes convivían en el pueblo.
El jardín, tan hermoso y tan especial que cada una de las ocho araucarias que sembraron -árbol parecido al pino-, tuvo una madrina. Frente al kiosco se construyeron 8 pasillos, en los lados del jardín se sembraron 8 laureles de la India, se instalaron igual número de bancas y pusieron la misma cantidad de arbotantes con forma octagonal.
Además, frente al kiosco de ocho lados se construyó una base de doble piso en forma octagonal y en cada uno de sus ángulos fueron dispuestos arbotantes con farolas que tenían ocho lados; se puso también un piso de cantera que posteriormente se cambiaría por mosaico.
Hay que hacer mención que la mayoría de los elementos aún se conservan, pero en la administración de José Erandi Bermúdez Méndez que se remodeló el jardín, fue repuesto el piso en color amarillo, por concreto estampado y en la administración de Jacobo Manríquez Romero, una de las araucarias “murió” siendo repuesta por un nuevo árbol, aunque el anterior ya había cumplido poco más de cien años.
También otro de los atractivos que fueron colocados fue un totem con las letras “PENJAMO” para que diera una vista muy llamativa a colores.