Irapuato, Guanajuato.- El maestro jubilado oriundo de Dolores Hidalgo Alejandro Villegas, el cual afirmó tener el don de tener contacto con entes, fantasmas y otros seres de índole sobrenatural, además de asegurar ser él mismo un sanador junto con sus hijas de gente con algún mal físico que los doctores no les han detectado, o una mala influencia, una posesión, etc., relató la historia de cómo pudo presenciar la apariencia de “La Llorona” al escucharla.
“Escuchaba llorar a la llorona y en vez de darme miedo me daba curiosidad y salía a buscarla para ver cómo era. En una ocasión la oí llorar a unos 50 metros de la casa y calculé que iba a pasar frente a mi casa y salí en calzoncillos, vivía en la rivera del rio eso fue en 1987.
Vi a los perros aullando a ambos lados del rio y entre el agua vi un perro blanco que iba trotando en el agua. Ahí viví unos 20 años y en ciertas épocas del año durante un mes se le escuchaba pasar haciendo alaridos. Pero en el 2009 me tocó verla personalmente el 8 de octubre como a las 4 de la mañana. Ahora vivo en una colonia que está a media cuadra de la carretera y ese día iba al molino con mi esposa en una camioneta, pero al dar vuelta la esquina ella iba caminando con paso lento.
Medía unos 2.40 metros de alto, traía un vestido blanco brillante y en la cabeza un rebozo a rayas blancas y azules, sus caderas eran enormes fácilmente median unos 80 centímetros de ancho y su cintura unos 60 de diámetro, se oía como arrastraba los pies y daba un bastonazo a cada paso.
No me dio miedo, iba con mi esposa y le dije mira eso no es de este mundo, no existe una persona de tal tamaño y ella solo observaba sin decir nada. Como iba a media carretera nos fuimos a vuelta de rueda tras de ella a unos 5 metros de distancia. Se miraba perfectamente hasta la pantorrilla pero no se le veían los pies, solo se le escuchaban las pisadas.
Así nos fuimos tras de ella unos 100 metros y la rebasamos bajo la luz de un poste de alumbrado público. Volteamos a verle el rostro y no tenía, sólo se veía un hueco oscuro en vez de cara. Aun así me fui delante de ella viéndole por el espejo retrovisor y no le vi cara. Lo mismo dijo mi esposa. Me dio gusto que mi esposa fuera a mi lado porque cuando yo anteriormente le mencionaba que la escuchaba llorar ella me decía que me durmiera, que eso no existe y gracias a Dios que me ha dado la habilidad de comprobarle a las personas que todo existe.” Concluyó Alejandro Villegas.