Guanajuato, Gto. – Hubo “Joyas perdidas”, pero también canciones ampliamente populares. La concurrencia cervantina se rindió sin condiciones ante la soprano Olivia Gorra, acompañada por la Banda de Música del Estado de Guanajuato, y el tenor sonorense Arturo Chacón, junto con el pianista Roberto Berrocal.
La primera estuvo en la Alhóndiga de Granaditas, donde presentó el programa “Recordemos a José Alfredo Jiménez”. Fue una secuela de temas calificados como tesoros literarios y poéticos poco difundidos de su música.
Sin embargo, en realidad sólo unas pocas piezas fueron desconocidas para la gran mayoría. Abrió con “El jinete” y si bien es una joya poética, de ninguna manera está perdida. Le siguieron “Dios me señaló”:
Mar, llegaste hasta la orilla
que Dios te señaló.
Mar, no puedes abarcar,
aunque quisieras más que yo.
Mar, llegaste hasta la orilla
que Dios te señaló,
a quedarte tranquilo, tranquilo y quieto
a pesar de tu grandeza y tu furor.
Luego, la no tan desconocida “El último beso”, que fue popularizada por Vicente Fernández:
¿Quién te ha querido en la vida más que mi pecho?
¿Quién te siguió por el mundo más que tu sombra?
¿Quién aguantó tanto insulto y tanto desprecio?
Yo que llevaba en el alma calor de sobra
Para seguir con “Que pase la lluvia”:
No te me vayas,
no me abandones.
Deja que vuelva la calma,
que el cielo se aclare,
que pase la lluvia
Y entonces te vas.
Fueron tres piezas que contadas voces replicaron. No pasó lo mismo con “Si nos dejan”, “Amanecí en tus brazos”, “Te solté la rienda”, “La retirada”, “Deja que salga la luna” y la archiconocida “En el último trago”.
La lista joséalfrediana es enorme y la cantante recurrió al popurrí con el que Juan Gabriel rindiera homenaje al vate de Dolores:
Hubo un hombre que no tuvo reina, ni trono, ni corona
Y el pueblo lo hizo El Rey
Porque ese hombre, solo con sus canciones, su voz y su persona,
hizo su propia ley
Si vamos a hablar de canciones, hablemos de José Alfredo.
Vengan todos mis mariachis, a donde el Hijo del Pueblo
y vamos a darle las gracias, por tantos y tantos recuerdos.
Así cantó fragmentos de “Una casita al pie de la Montaña”, “Paloma querida”, “Tu enamorado”, “Qué bonito amor”, “La mano de Dios”, “A la luz de los cocuyos”, “Para morir iguales”, “Vámonos”, “Amor del alma”, “Tu enamorado” y “El silencio de la noche”, la menos conocida de la tanda:
Yo quiero que el silencio de la noche nos envuelva.
Yo quiero que un rayito de la luna nos cobije
y quiero que levante ya, por fin, la niebla,
y comprendas, por favor, lo que te dije;
y una vez comprendidos los dos
alzaremos las manos al mundo
y daremos las gracias a Dios
por tu amor y mi amor tan profundo.
Cerró con “Camino de Guanajuato”, para un público ya entregado que pidió más y la soprano
Hizo resonar el canto colectivo en la Alhóndiga con la repetición de “El último trago”
En el teatro Juárez
Pero si no habían llenado de cantar a José Alfredo, bien pudieron irse al teatro Juárez, donde el tenor sonorense Arturo Chacón-Cruz, interpretó primero música del estilo napolitano, zarzuela y ópera del verismo y el bel canto. Luego, a complacer a la tierra que acoge al Festival Internacional Cervantino: homenaje a José Alfredo Jiménez.
Abrió también con “El jinete” y siguió con “La media vuelta” en un canto más de estilo ranchero que operístico, lo que dio un toque íntimo al porfiriano espacio.
Dio un ínter para que el pianista Roberto Berrocal interpretara una excelente versión propia de “Cielito lindo”, para luego seguir con “Pa’ todo el año” y rematar con “El rey”. Ya para entonces el teatro era una romería de canto popular, que obligó al tenor a dos encores que, sin embargo, no fueron joséalfredianos: “Bésame mucho”, de Consuelito Velázquez, y “Granada”, del Flaco de Oro, Agustín Lara.
La noche había caído y la luna se asomaba:
Yo sé que no hay en el mundo
amor como el que me das
y sé que noche con noche
va creciendo más y más.
Hizo falta otro caballito de tequila porque nomás no salía el falsete.