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Francisco y Socorro, unidos por el amor a la metalistería

Matrimonio de artesanos y ganadores de concursos, recrean sueños jugueteros de niños y adultos

Guanajuato, gto.- Sí, muchos coleccionistas nos compran juguetes, pero también les gustan a muchos niños: son a veces los papás los que dicen que no dizque porque se cortan. Nuestros juguetes no cortan, aclara el artesano Francisco Javier Esparza León.

Él y Socorro Briones Torres, su esposa, seducen a las y los marchantes con esos camiones de volteo en miniatura, con las minicocinas, con ingeniosos y creativos moldes para hacer buñuelos.

Artesanos del Barrio de Tierra Blanca, de Celaya, han ganado múltiples premios con una creatividad cortada a mano con tijeras, dobladas con pinzas y pintadas con brocha. Es una pareja unida por el amor mutuo y el amor a su labor, que ven como vocación y gusto.

Entre ambos crean trenecitos y camiones, desde uno de volteo hasta un repartidos de agua o de tanques de gas. Crean sartenes y ollas en miniatura, máquinas para hacer tortillas, refrigeradores y alacenas, comedores y vitrinas. No hay objeto doméstico ni vehículo que pueda escapar a sus talentos.

Usan latas de atún o refresco, tapas de botellas y cuanta lámina esté a su alcance. Basta que esté en buen estado y que se pueda limpiar para que él corte y doble y ella pinte y diseñe.

Se casaron hace 21 años. Él ya hacía artesanía en lámina. Llamada metalistería. Se enorgullecen de reciclar y viven la pasión de ofrecer ilusión a escala, con el gozo de ganar concursos y viajar. Hemos dormido en hoteles y comido alimentos que nunca nos imaginamos y no hubiéramos podido pagar, explica Francisco, quien muestra cómo hace buñuelos y describe cómo recolecta latas y recipientes, cómo los limpia y cómo van surgiendo ideas para crear vehículos o muebles que serán deleite de compradores o de jueces de concurso.

Soy de Querétaro, explica el artesano, pero tengo más de 20 años viviendo en Celaya. Su padre era artesano metalistero y de él aprendió:

“Me fijaba cómo le hacía y me ponía primero a ayudarle y luego hacer lo que me gustara”. Con el tiempo se independizó y se dedicó, junto con otro hermano, a esa actividad. Dice que su consanguíneo es todavía más hábil para esa artesanía, pero no tiene la misma pasión.

Su padre es payaso para fiestas infantiles, al igual que su hermano. El humor es parte de la familia. Francisco bromea y cuenta chistes. “Dicen que soy un payaso vende-moldes”, declara entre risas.

Troquitas, camiones de volteo, trenes y lo que se atraviese. Diseña y pinta simulando peltre, recrea a la vieja cultura del traste sin válvulas ni conexiones eléctricas. No hay nada que no pueda imaginar o crear. “Me gusta innovar, para que vean que México vale”, afirma.

Dice, con orgullo, que recicla materiales y todo es su trabajo es manual:

“Sufres, te cortas, tienes los callos de las tijeras, pero si a uno le gusta esto, es mejor que cualquier trabajo”.

Y así disfruta ser artesano metalístero: “Me gustó esto por ser UN bonito recuerdo de mi papá y por mi infancia”.

Mientras él charla, su esposa Socorro Briones Torres, atiende clientes. Observa cómo una niña se emociona, pero su padre no le compra. Otra pequeña quiere comprar miniaturas de 3 por 50 pesos, pide 20 pesos para comprar unas cacerolitas de 3 por 20.

Los niños observan que con un ganchito de metal se levanta la tolva del camioncito. A los adultos les atraen más los trenes.

Soy artesana, dice Socorro. Mi esposo y yo nos dedicamos a la hojalata y el reciclado. Hemos ganado algunos concursillos, dice con humildad y con esa misma sencillez, como ya lo había manifestado su esposo, han ganado primeros lugares en certámenes del Instituto de Cultura de Guanajuato, del museo de juguete La Esquina, de San Miguel de Allende, de competencias en otros estados.

Han estado en exposiciones y muestras y en unas semanas estarán en Mérida, Yucatán, promovidos por la Casa de la Cultura de Celaya y el gobierno del estado de Guanajuato.

Ella tiene 21 años dedicada a esta artesanía, desde que se casó con Francisco, quien ya era artesano.

La obra de ambos va a las ferias y a los tianguis, donde encantan al caminante y sus niños, pero sus juguetes están en galerías y museos, fruto del talento y el amor de una pareja que tiene la pasión para sí y para la creatividad.

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