Columnas

Escondidillas -cuento-

Hacía mucho calor y ya cuando había pasado un buen ratote, estaba empapado de sudor

Por: MakaBrown

No sé por qué me siento tan triste y solo… esta vida es demasiado aburrida. Hay un silencio makabróniko, como si me encontrara en medio de un solitario y oscuro panteón. No entiendo muy bien por qué mi carnalito y mis jefes ya no quieren jugar conmigo. Parecen muy tristes, como agüitados, todo el día. Salen por las tardes y me dejan aquí solillo. Hay varias personas que llegan a la casa que no conozco, pero no pueden verme, no entiendo nada de lo que está pasando.

Mi jefecita ya no me regaña por las noches… “¡Qué te duermas con una chingada! –¡ahhh, cómo extraño ese grito!. Mi jefe ya no me lleva a dar el rol a la presa, ni a Los Pastitos, ni siquiera al río. Es más, con decirles que ni siquiera la Mosa –mi gatita- quiere que la acaricie como antes. Pareciera que se pusieran de acuerdo para no pelarme.

De lo único que me acuerdo, es que hace jugaba a las escondidas con mis amigos de la primaria. Hacía mucho calor y ya cuando había pasado un buen ratote, estaba empapado de sudor, y les gritaba: “¡¡A que no me encuentran, a que no me encuentran!!”. Pero jamás los volvía a ver. Ni a escuchar. De hecho, ahora que recuerdo… desde ese día tampoco regresé a la escuela.

Ahora lo único que escucho son esas voces que me llaman, me dicen que las siga, que vaya hasta a donde están, pero está muy oscuro. Tengo miedo, mucho miedo. Se siente un ambiente muy macabro.

No entiendo, ¿será algún castigo por haberme portado mal?, la neta…¿seré un niño muy malo?, ¿Por qué mi cuerpo se pone rojo y ardiente desde ese día? ¿por qué tengo que estar así? ¿por qué mi uniforme de la escuela está quemado en el asador?.

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