Por: Gabriel Piña y Abraham Gee.
Irapuato, Guanajuato.- Los migrantes, un grupo vulnerable de la población, se embarcan en una ardua travesía en búsqueda de mejores oportunidades y el anhelado “sueño americano”. Sin embargo, este sueño se convierte en una pesadilla para muchos de ellos, enfrentándose a numerosos desafíos y abusos a medida que atraviesan diferentes países.
Desde el inicio de su viaje, los migrantes enfrentan extorsiones por parte de las autoridades y personas que aparentemente deberían ayudarles a lograr su cometido. Las autoridades migratorias hacen abuso de poder, despojándolos de sus pertenencias y tratándolos más como objetos económicos que seres humanos. En su desesperado intento por avanzar, deben pagar por cada necesidad básica: desde dormir en el piso, cargar su celular, bañarse o usar el baño, siendo víctimas también de maltrato y extorsiones por parte del crimen organizado.
Algunos de ellos llevan semanas o incluso meses varados en México debido a la dificultad para avanzar. En muchos casos, las autoridades los devuelven a su punto de partida, lo que resulta en pérdidas económicas y tiempo. Para ahorrar dinero, algunos migrantes sacrifican la alimentación, pero incluso al hacerlo, no están exentos de perder dinero y progreso debido a las malas prácticas de ciertos transportistas, lo que los lleva a buscar alternativas como viajar en tren.
La confianza de estos migrantes se ha quebrantado, ya que las mismas autoridades migratorias que deberían protegerlos son quienes abusan de ellos y se muestran prepotentes. Sin saber en quién confiar, se sienten vulnerables y depositan su fe en paisanos mexicanos que brindan apoyo económico, alimenticio y emocional en medio de la oscuridad y soledad que enfrentan.
Para las mujeres, la travesía es aún más peligrosa, enfrentando abusos y violaciones a lo largo del camino. Estas condiciones inhumanas y la incertidumbre sobre su futuro hacen que cada paso sea una prueba de habilidades físicas y mentales para superar los obstáculos, que van desde selvas, ríos hasta desiertos.
Aquellos que buscan alcanzar el sueño americano muchas veces no viven para contarlo, quedándose en el trayecto debido a los riesgos extremos que enfrentan. Los migrantes que son transportados en camionetas en tramos carreteros son tratados como mercancía, poniendo sus vidas en manos del destino mientras viajan a altas velocidades con un número excesivo de pasajeros a bordo.
El desgaste físico es evidente, especialmente en las piernas debido a largas caminatas y terrenos accidentados. La falta de recursos y el desgaste del calzado son problemas comunes, y muchos de ellos llegan sin zapatos debido a los robos durante el viaje.
Las condiciones en las que duermen son inhumanas, expuestos a mosquitos, ratas y, en caso de lluvia, agua filtrándose por las grietas bajo los puentes donde se refugian. En un espacio con capacidad para alrededor de 500 personas, entre el día y la noche, se acumulan los migrantes que buscan un lugar seguro para descansar.
En la ciudad de Veracruz, los migrantes enfrentan un obstáculo adicional: se les exige firmar una notificación de salida definitiva del país para ser liberados, lo que los pone en una posición vulnerable y sin opciones.
Las necesidades básicas de estos migrantes son apremiantes: ropa, cobijas, agua, comida, medicinas, especialmente para los niños, y calzado. La falta de recursos y el abandono por parte de las autoridades los sumen en una situación de desesperación y precariedad.
El “sueño americano” es una historia llena de sacrificios, peligros y abusos. Estas personas enfrentan una lucha constante por un futuro mejor para ellos y sus familias, pero en el camino, encuentran una serie de obstáculos que ponen en riesgo su vida y su dignidad. La comprensión y la solidaridad son fundamentales para abordar esta compleja realidad y ofrecer una esperanza genuina a quienes buscan una vida más segura y próspera al otro lado de las fronteras.