Por | Rey David Bárcenas Medellín
Yo cómo historiador, estoy de acuerdo con lo publicado por Ibargüengoitia hace un tiempo (01-06-19974) “siempre he pensado que la historia que nos cuentan es francamente aburrida. Está poblada en su mayoría por figuras monolíticas que se la pasan los siglos diciendo la misma frase “El respeto al derecho ajeno es la paz”, “vamos a matar gachupines” etc.
Extrañamente, los héroes al momento de ser aprobados como tales, se convierten en automático en el arquetipo moral a seguir, adoptan una trayectoria que los lleva directamente al fusilamiento y una apariencia física que los hace inconfundibles: una calva, una levita, un paliacate, un brazo menos y listo, ya está el héroe para ser subido al pedestal.
Todo esto, como rasgo anecdótico, me parece muy respetuoso, pero, ¿Quién se acuerda de los héroes? Tal vez yo y los que estudian lo mismo que yo, cuando hay que presentar un examen. ¿Quién quiere imitarlos?. Yo creo que nadie, ni los futuros gobernantes siquiera. Cuando uno ve un letrero que dice, que el pípila vivió ochenta años, uno, a sus adentros, piensa “¿y a mí que carajos me importa?”, y tiene uno toda la razón.
Pero si la historia de México que se enseña es aburrida, no es por culpa de los acontecimientos, que son muchos y muy variados y en su mayoría muy interesantes, pero son aburridos por que quienes los confeccionaron no les interesa tanto presentar el pasado como justificar el presente, y eso, aburre.
El cura Hidalgo de las escuelas en el momento que abre la boca para dirigirse a los fieles ya tiene un panorama exacto de lo que va a resultar del problema en el que se está metiendo: un México independiente, mestizo, con expropiación petrolera y reforma educativa.
Si alguno de ustedes pregunta ¿era buen sacerdote Hidalgo?, yo debo contestar diciendo que la respuesta a su pregunta está implícita en la misma historia, si de algo pecaba Hidalgo era de ser liberal, muy liberal, lo cual sobra decir, era bueno. Del grito lo siguen muchos fieles, muchas ciudades caen en sus manos; recorre en marcha triunfal gran pedazo de la república, que en ese tiempo no era tal, un batallón español se le interpone, sufre un tropezón militar y por desinformación no toma la ciudad de México que en ese momento estaba totalmente desprotegida. De ahí en adelante, todo le “male sal”, se va al paredón y de ahí a la columna de la independencia con todo y su ángel. ¿Cómo reducir esta historia? A la historia de un viejito.
Propongo que hagamos historias más familiares con nuestros héroes, para tener mayor cantidad de elementos que nos permitan entender mejor a la persona y no limitarnos al personaje, por ejemplo, Obregón, aquél gran militar de la revolución que después paso a ser presidente del país, en todos los documentos que al menos yo he visto de tal personaje, lo describen como una persona con un gran ingenio y sentido del humor, todos reían al oírlo, pero nunca he leído un chiste de él. Así que propongo que en el próximo natalicio de Obregón (19 de febrero), organicemos un concurso y que los concursantes inventen los chistes de Obregón. Mil pesos al autor de cada chiste que apruebe el jurado.” A ver si así nos vamos familiarizando más con nuestro pasado, y de paso, hasta conocemos al buen Jorge, ¿no.?