El comienzo del ciclo lectivo 2013-2014 para Educación básica, viene de la mano de una carga de incertidumbre laboral para los docentes que le conforman y de unos libros de texto que no están a la altura de los alumnos que le cursan. Ante este escenario imagino una pequeña carrera de obstáculos en la que llegar a la meta será una tarea titánica por las razones siguientes:
Primero, por las declaraciones oficiales que hacen referencia a los 200 días de clases en las que existen varias omisiones graves, la principal de ellas es el derecho que nos asiste como trabajadores agremiados a un sindicato de ir a las dos reuniones ordinarias que se llevan a lo largo del ciclo, es decir, de entrada sería restarle a los 200 días estas 2 ausencias, asimismo, se cuenta con el derecho a gozar de 3 permisos económicos lo que da un total de 9 días a restar si estos son utilizados por el docente. Aunado a lo anterior existe la posibilidad real de enfermarse lo que puede traducirse en una incapacidad expedida por el ISSSTE O IMSS o que se enfermen los hijos de los trabajadores que están en edad de cuidados maternales, derechos que están bajo una NORMATIVIDAD vigente, por lo que jurídicamente, ninguna NORMALIDAD MINIMA BÁSICA, puede estar sobre ella.
También contaremos con el obstáculo de las verdades a medias. Varias figuras de carácter patronal se han cansado de utilizar las imprecisiones que concurren en el tema de las cuotas escolares en las que se dice no debe existir pago pero, luego conminan e insisten en la necesidad de que sean los padres de familia quienes brinden el apoyo económico para que la institución escolar en que están sus hijos tenga una infraestructura adecuada, para que el funcionamiento organizacional sea óptimo, para lograr la tan anunciada autonomía de gestión, es decir, cuotas para subsanar las carencias que por ley deberían ser cubiertas por la Secretaria y el Gobierno.
Por si no bastase con lo anterior, contaremos también con las interpretaciones ambiguas e inclusive contradictorias que tanto la parte oficial, el sindicato, los docentes y los especialistas hacen de las leyes secundarias, las cuales solo convergen en el hecho de que el trabajo docente vivirá una incertidumbre devenida de cuestiones educativas como la evaluación y pervertida en sanciones de tipo laboral ampliamente difundidas con anterioridad a la aprobación o no de las leyes mismas.
Mientras imagino lo anterior recuerdo que aún no termino el material necesario para recibir a mis alumnos, que aún no concluyo mi plan de clase, que debo terminar los insumos para el diagnóstico, que debo ir preparando lo necesario para cumplir las metas de la ruta de mejora desde y para la escuela entre otros asuntos pendientes que, por supuesto, no son considerados como ahínco ni como normalidad mínima básica.