Salamanca, Guanajuato.- “Yo lo que quería era estudiar ingeniería en electrónica y comunicaciones, pero cometí el error de comentarlo con mis hermanos y ellos se empezaron a burlar de mí, decían que cómo siendo mujer iba a estudiar una carrera que era para hombres, ya que en ese entonces muchas mujeres no entraban a la vocacional” dijo Ma. Antonia Flores.
Antonia Flores, originaria de la ciudad de Salamanca comentó que cuando era una adolescente, su familia decidió mandarla a trabajar “como castigo” a una hacienda en el municipio de Pueblo Nuevo, donde le ayudaba a una cuñada a hacer comida para varios trabajadores del lugar, con el fin de que se le quitara la idea de estudiar una ingeniería.
Posteriormente, platicando con una amiga, sobre lo que estudiarían, y tomando en cuenta que su familia se oponía a lo que a ella le interesaba, juntas tomaron la decisión de inscribirse a la Normal 18 de Agosto, donde Antonia Flores entró becada por sus buenas calificaciones, y al año de estar cursando la carrera para maestra, el director de la escuela la mandaba a cubrir incapacidades de profesores que por alguna razón se ausentaban de su trabajo en diferentes colegios particulares.
“Después de graduarme como maestra, lo que me dio un giro de 360 grados, fue haber tomado un curso que se conoce como MAC, Maestra de Actividades Culturales, donde de acuerdo con la Pedagogía Operatoria, me di cuenta que antes me limitaba a transmitirles únicamente conocimientos, pero dejaba de lado la parte humana, como conocer su contexto familiar, saber los sentimientos de mis alumnos, y eso me revolucionó”.
“Siempre me ha gustado trabajar con niños, a la edad de 11 años tuve la experiencia de ser “maestra tutora” de dos niñas de posición social alta, a las que apoyaba en explicarles lo que no entendían en la escuela, y nunca recibí ninguna paga por ese trabajo, sin embargo, lo hacía con gusto, ahora yo pienso que ya tenía la vocación”.
La maestra Toñita como es conocida en Salamanca, impartió durante 24 años clases en diferentes escuelas primarias de la ciudad, posteriormente fue directora y un año después paso a ser supervisora, inspeccionando escuelas de diferentes municipios como Xichú, San Luis de la Paz, Apaseo el Grande, Apaseo el Alto, Cortazar, Villagrán y Salamanca, teniendo actualmente 46 años activa en su carrera profesional.
La maestra Toñita, además es madre de 3 hijos y abuela de 6 nietos, argumentando estar muy agradecida con su esposo Juan José Belman Robles, su madre (q.e.p.d) y una de sus cuñadas, quienes siempre la apoyaron para poder cumplir con su rol de madre y profesionista.
En su papel como mamá, dijo sentir remordimiento por tener que trabajar, pues en su momento llegó a pensar que porque sus hijos ya eran adultos ya no necesitaban tanto de ella, pensamiento que le cambió al escuchar a uno de ellos decirle “que se había ido cuando más la necesitaba”.
Ma. Antonia Flores, tiene el Doctorado en Ciencias de la Educación, y varios cursos que le han servido para adaptar y combinar sus capacidades, luchando por generar que las escuelas sean inclusivas, aceptando niños con capacidades diferentes enseñándoles a leer y escribir, a través de dibujos, letras y gesticulaciones donde dijo faltarle a ella, aprender el lenguaje de señas y conocer el sistema braille, ya que hasta el momento dijo ser “discapacitada” al no tener esas herramientas tan importantes para comunicarse con niños sordomudos.
La maestra Toñita, actualmente continúa estudiando las nuevas formas educativas para seguir haciendo frente al reto de la “escuela en casa” que con la pandemia del Covid-19, ha tenido que adaptarse para seguir compartiendo conocimiento, además, dijo gustarle y disfrutar de hacer comida saludable para compartirla con su familia.
Toñita concluyó al decir que tiene una fuerte motivación para seguir aprendiendo y perseguir sus sueños, disfrutando de cada instante vivido, ya que, de acuerdo a su experiencia, “el hoy” es lo que cuenta.